Roma rompe el amor
El Ayuntamiento de la Ciudad Eterna veta los candados del puente Milvio, una moda que creó la novela romántica del autor italiano Federico Moccia
Gianni Giacomini ya está considerado como el hombre menos romántico de Italia. Eso es lo que piensan miles de parejas y jóvenes enamorados que hasta ahora suspiraban a su paso por la idílica pasarela del puente Milvio sobre el Tíber. El tal Giacomini no es ... otro que el presidente del distrito XX del Ayuntamiento de Roma. Y el tal Giacomini ha sido el encargado de tomar una decisión que ha sembrado mucho más que el «desamor» entre la mayoría de los habitantes de la ciudad eterna. Una de las estampas más tradicionales de Roma corre el riesgo de perderse . La de cientos de parejas caminando de la mano con un candado, cerrándolo en alguna de las farolas o en las 24 columnas de hierro colocadas por el Consistorio a tal efecto en el puente y lanzando la llave de espaldas a las turbulentas aguas del Tíber. Amor sellado.
Gianni Giacomini ha ordenado retirar los miles de candados que atestan el puente Milvio con el argumento de que «degradan» la imagen del milenario monumento, el más antiguo de Roma, cuyas primeras piedras las colocó el cónsul Cayo Claudio Nerón allá por el año 200 antes de Cristo. Muchos romanos le dan la razón. Sus argumentos son mucho más que estéticos, dicen los defensores del presidente del distrito. En 2007 una de las farolas se vino abajo por el peso de los candados. No pilló a nadie, pero sirvió de perfecto argumento para defender lo que ahora esgrimen Giacomini y los seguidores de su propuesta: «El peso de la gran masa de hierro hace peligrar la estabilidad de las farolas y de los muros».
«Es una cruzada inútil. Los políticos tienen que ocuparse de problemas verdaderos y no de los candados, que se han convertido en una atracción internacional. El puente Milvio no tenía nada de atractivo y los candados le han dado color». Lo dijo Federico Moccia en «Il Messaggero». No es un fulano cualquiera. El escritor romano fue el que puso la espoleta a la explosión romántica desatada en Roma... y en medio mundo. Su libro «Tengo ganas de ti», tan romántico como arrollador en ventas, y la posterior película inspirada en su dulzona novela desataron en 2006 la moda. Dos de sus personajes fueron los primeros en caminar hasta el Milvio, candado en mano, cerrarlo allí y lanzar la llave al fangoso fondo del Tíber. Ahora hay hasta puestos de candados para los turistas junto al puente, convertido en una atracción turística más de Roma.
«No me arrepiento de haber creado esta moda. Me divierte. Y es muy lindo. Las promesas de amor se pueden hacer de palabra o con un gesto. El candado me gusta porque tiene el acero, algo que es duradero y, además, se puede cerrar, reforzando así la idea de promesa eterna», dijo esta semana Federico Moccia en Barcelona. A su lado, 500 candados cerrados junto a la playa Nova Icaria de la Ciudad Condal.
El escritor habla de más de 13.000 candados colgando en puentes de media España . En el puente de los Peligros (Murcia, donde el propio alcalde cerró uno), en el parque de Cabecera (Valencia), en la verja que rodea la estatua de Carlos III en la plaza Mayor de Madrid, en el «puente nuevu» de Cangas de Onís, en el Zubizuri de Bilbao, en el puente de Piedra de Logroño, en el sevillano de Triana (el Ayuntamiento retiró 2.000 en un año)...
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