Un ilustre vecino
El alcalde de Lisboa traslada su despacho hasta uno de los barrios marginales de la capital portuguesa para impulsar su rehabilitación
La Mouraria lleva años siendo uno de los barrios lisboetas de mayor consumo de droga y con más prostitución . Un lugar poco recomendado para pasear, especialmente a ciertas horas del día. Pero desde hace seis meses esta zona más marginal de la capital lusa cuenta con un ilustre vecino. El alcalde de Lisboa, Antonio Costa, ha cambiado su despacho en un lujoso edificio estilo pombalino del siglo XVIII, en plena Baixa, por otro situado en el Largo do Intendente, una de las puertas de entrada del problemático barrio.
Hasta hace poco tiempo en esta plaza convivían edificios en ruinas con lugares de alterne y los bares tenían como clientes a personajes marginales. Tras el medio año que ha pasado desde la llegada del alcalde muchas cosas ya han cambiado . «La droga ya no es la dueña de la zona», comienza por explicar Antonio Costa. El edificio que alberga ahora algunos servicios de la administración municipal era una antigua fábrica de cerámica que ha sido rehabilitada. Otro que estaba abandonado y que durante muchos años fue almacén de materiales eléctricos es hoy una moderna residencia de estudiantes, en su mayoría Erasmus, y un antiguo prostíbulo es ahora una escuela de danza. Y con las tiendas de alrededor está pasando lo mismo. Un llamativo «sex-shop» ha cambiado radicalmente de actividad y en dicho espacio ahora se comercia con oro . «Y hay restaurantes estupendos para comer aquí», dicen los asesores del alcalde. Los que trabajan en su equipo y le han seguido al nuevo edificio «no se entusiasmaron demasiado al comunicarles el cambio, sobre todo las mujeres», reconoce el responsable municipal, «pero ya estamos todos habituados y los cambios que hemos notado son muy gratificantes». Por el momento nadie ha rehusado reunirse con él en este despacho, sino todo lo contrario, a todo el mundo le parece una gran idea.
Barrio histórico y una de las cunas del fado, la Mouraría se quedaba siempre en el olvido dentro de los planes de rehabilitación de la ciudad. Este esfuerzo llega con retraso, pero con una fórmula que no podía ser más innovadora. «Instalarme aquí era la única forma de dar verdadera confianza a los moradores y propietarios de los edificios para que estuviesen seguros de que se iba a llevar a cabo». La decisión de trasladarse a este barrio la tomó Antonio Costa después de una charla con una profesora que impartía clases en una de estas calles. Le contó la anécdota de haber sido confundida por una prostituta cuando pidió a un policía que le acompañase hasta su coche porque tenía miedo. «Entendí en ese momento que algo tenía que cambiar porque existía el estigma de confundir a las personas con prostitutas o drogadictos de forma inmediata» , recuerda el alcalde.
Este cambio de ubicación de su despacho durará un total de dos años con la esperanza de marcharse dejando el barrio rehabilitado en lo que a espacios públicos y equipamientos se refiere. Se han conseguido un total de catorce millones de euros para invertir en esta zona. El resto será cuestión de tiempo. El socialista Antonio Costa sabe que los problemas que existen son los que tienen una mayor tasa de reincidencia. «Es un proceso lento, crítico y con riesgo», reconoce.
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