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ABC Cultural

El minimalismo de Wilson vuelve al Real con «Pelléas y Mélisande»

Bajo la dirección musical de Sylvain Cambreling, está protagonizada por Yan Beuron y Camilla Tilling

SUSANA GAVIÑA

Bob Wilson (Waco, Tejas, 1944), uno de los grandes directores de escena internacionales, ha construido su prestigio sobre tres pilares: una estética minimalista, la quietud o lentitud de la acción y una iluminación muy personal. Audaz a la hora de afrontar géneros, ha colaborado a lo largo de su carrera con artistas de distinas disciplinas, como Heiner Müller, Tom Waits, David Byrne, Allen Ginsberg, Susan Sontag y Lou Reed...

Para el público madrileño, el sello de Wilson no es nuevo pues ha podido disfrutar de su trabajo en repetidas ocasiones, tanto en ópera como en teatro. En 1998 participó en el estreno mundial de la partitura «O corvo branco», de Philip Glass, con una nueva producción del Teatro Real, y en 2003 dirigió otra coproducción del coliseo, «Osud», de Janacek. Mañana vuelve al Real para presentar en Madrid un montaje de «Pelléas y Mélisande» de 1997, realizado en coproducción por el Festival de Salzburgo —cuando Mortier era su director— y la Ópera de París. «Por eso no es de alquiler, es como si fuera nuestro», bromeó el director belga durante la rueda de prensa.

Enemigo del naturalismo, «porque en el escenario todo es artificial», Wilson se mostró fascinado por la estructura de la ópera de Debussy, «una obra muy adecuada para mi forma de trabajar», donde «hay muchos mundos irreales, y se pasa muy rápido de una realidad a otra». El director norteamericano se refirió a los elementos que forman parte de esta tragedia, «que también es una historia de amor», como la luz, el aire, la tierra y el agua, y su representación a través de los contrastes, entre la luz y la oscuridad, y lo pesado y lo ligero.

Compuesta en el umbral del siglo XX —le llevó a Debussy alrededor de ocho años de trabajo—, su libreto es una adaptación del drama del mismo nombre del belga Maurice Maeterlinck. Estrenada en 1902 en la Ópera Cómica de París, provocó división de opiniones entre los compositores más academicistas, como Camille Saint-Saëns, Vincent d'Indy, Théodore Dubois, y otros artistas más cercanos al propio Debussy. La historia, situada en una época medieval imaginaria, aborda el triángulo amoroso entre Pelléas, su hermano Golaud y Mélisande.

Contrario a las actualizaciones, «soy de la vieja escuela», Wilson no se muestra tampoco partidario de restringir el tiempo, «sería como meter a Shakespeare en un supermercado». «Todas la obras están llenas de tiempo —indica—. Para mí este no es un concepto concreto». Arquitecto de una escena donde imperan los movimientos lentos, asegura que estos «siempre están llenos de energía, de lo que están sintiendo los actores, de experiencia». Una experiencia que para Wilson representa todo, «desde una puesta de sol, a un enamoramiento... Lo más importante del teatro es la experiencia, aunque también esté la parte emocional y racional».

Minimalista por ética y por estética, se distancia de esa otra ópera comercial cuyo escenario «está lleno de cosas. Un teatro muy ajetreado que impide escuchar la música. Yo prefiero trabajar con más tranquilidad para que el público pueda escucharla mejor. Porque la música no solo se escucha con los oídos, sino con todo el cuerpo. Y, por último —concluye—, aquí se viene a la ópera a pasarlo bien, aunque sea una ópera estúpida».

Por su parte, Sylvain Cambreling, responsable del foso, se refirió al carácter revolucionario de la partitura «por su melodía y color. Es pre-moderna». El director francés destacó el interés que Debussy siempre mostró por la naturaleza, en especial por el mar, «que en apariencia es tranquilo pero agitado en el fondo». Y subrayó la complejidad de la música, «por su refinamiento y delicadeza», muy diferente a «Elektra», título que acaba de verse en el Real, «muy virtuosa y grandilocuente». Tras haber hecho varias producciones de este título, «uno de mis favoritos», indicó que el trabajo con Wilson «es el que encaja de manera perfecta con esta obra. Es más global. Sus movimientos son lentos, pero están llenos de pequeños detalles que mantienen el interés».

Los principales papeles estarán interpretados por Yann Beuron, Laurent Naouri y Camilla Tilling.

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