Jessica Lange: «Empecé a llevar mi cámara porque soy tímida»
La intérprete expone, bajo el nombre de «Unseen», una selección de sus mejores fotografías de los últimos 20 años
INÉS MARTÍN RODRIGO
La mirada de Jessica Lange no necesita frases inútiles. Tampoco su fotografía, una faceta hasta ahora desconocida en España y que llega al Centro Niemeyer a través de la muestra «Unseen». La exposición, comisariada por Anne Morin, reúne casi 80 fotografías tomadas por la actriz ... en los últimos 20 años que recrean su universo más personal, alejado de los focos del rodaje donde todo es artificioso. El objetivo de Jessica Lange refleja sus impresiones, robadas del instante ajeno pero conservando el secreto de que todo es efímero, salvo su belleza.
—Estudió fotografía en la década de los 60, pero no retomó esa faceta hasta que su pareja, Sam Shepard, le regaló una Leica M6 a principios de los 90. ¿Qué le atrae de la fotografía?
—Creo que mi afición viene de llevar años coleccionando la obra de grandes artistas. Cuando empecé a hacer fotografías solo quería retratar a mis hijos, recrear instantes de su vida en preciosas imágenes en blanco y negro. Desde entonces empecé a llevar mi cámara siempre conmigo porque soy tímida por naturaleza. Pero no soy la típica fotógrafa capaz de inmiscuirse en la vida ajena, tampoco me gustan los retratos.
—¿Qué le inspira para fotografiar?
—Es simplemente un momento. No sé exactamente el qué, a veces la luz de un lugar, las relaciones... algo que me mueve por dentro. Es emocional, ese instante en el que todo encaja.
—¿Y sus referentes artísticos?
—La mayoría proceden de mi trabajo en el cine y en el teatro. Pero, por supuesto, hay fotógrafos que me fascinan y cuya obra colecciono, como Álvarez Bravo, Cartier-Bresson, Walker Evans... En cambio Mapplethorpe, pese a que es un artista maravilloso, no es el tipo de fotógrafo que me interesa porque su trabajo es una especie de coreografía...
—Patti Smith ha dicho de sus fotografías que «son escollos sin más pretensiones que hacer visible el movimiento de la vida».
—Patti es muy buena amiga mía. Una noche estaba cenando en casa y Sam (Shepard) me sugirió que le enseñara mi trabajo porque ella es fotógrafa. Me daba mucha vergüenza porque es una gran artista, pero se las mostré y de ahí surgió algo que, más que una colaboración o proyecto, fue creciendo entre nosotras de manera muy natural.
—¿Qué relación mantiene actualmente con la industria cinematográfica?
—Sigo siendo actriz.
—¿Pero no tiene la sensación de que Hollywood da la espalda a las actrices cuando llegan a una cierta edad?
—No, no lo creo. Lo que creo es que, por lo general, ya no hay grandes papeles para actores. Hace 25 años todo giraba alrededor del actor, todo en una película dependía de la interpretación. Ahora se siguen haciendo grandes películas, pero cada vez con menos frecuencia.
—Estuvo casada con Paco Grande e incluso vivió en España. ¿Qué recuerdos tiene de aquella época?
—Paco y yo estuvimos aquí a finales de los 60 y para mí fue una época apasionante. Era la primera vez que salía de Estados Unidos y toda mi juventud está ligada a esa época.
—¿Qué piensa del cierre del Hotel Chelsea?
—Es algo muy negativo y triste. Lo que está pasando en Nueva York es lo que está sucediendo en todas las grandes ciudades del mundo: están perdiendo su personalidad y se están convirtiendo en lugares para ricos y turistas.
—Se ha cumplido el décimo aniversario del 11-S. ¿Qué ha cambiado? ¿Le ha decepcionado Obama?
—Obama no me ha decepcionado, pero me he dado cuenta de que vivo en un país que es ingobernable por la radicalización de republicanos y demócratas, que se niegan a trabajar conjuntamente por el bien de Estados Unidos. Tenemos un clima político irrespirable.
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