«El BAR DE MOU»
Callar o no callar
IGNACIO RUIZ QUINTANO
Volvió Mourinho, lo que supone el fin de casi todos los problemas para el periodismo español, que vive de escandalizarse, como los gansos capitolinos. Tenemos un país arruinado, pero el jefe del gobierno, que se declara culé sólo por fastidiar en Madrid , «la ... provincia traidora», yace en Doñana, víctima de una depresión como la de Tony Soprano cuando se le volaron los patos.
Tenemos un país acojonado (el adjetivo es universal), y el comisario político de los futbolistas, Rubiales, monta una huelga que secundan Puyol y Casillas , mientras Javi Poves, un defensa del Sporting criado en el Manzanares, dice que el fútbol sólo es corrupción, lo deja todo y marcha al desierto de la Tebaida.
Lo de Rubiales no tiene pase. Quiero decir que tiene menos pase que lo de los liberados de la Ugeté que habían convocado la huelga de Metro para molestar en la visita del Papa. Si Rubiales pensara lo que dice, se iría con Javi Poves. Y Puyol y Casillas también . Casillas, porque es del Madrid y en el Madrid no se puede ser tan canelo. Y Puyol, el antitaurino cuyo sueño es montarse un safari en Suráfrica, porque es catalán y ningún catalán puede permitirse semejante gasto (el gasto de la huelga, no el del safari).
Rubiales es un sindicalista de militancia bética que, sin embargo, tiene la gracia donde pican las avispas. O donde Iniesta cuando dice «Kalise para todos».
Y en éstas, Mourinho reaparece en Madrid para decir que a él no lo calla nadie , que es proverbial orgullo portugués, aunque suena a chulería madrileña: la de nuestro padre Quevedo, que no ha de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, «silencio avises o amenaces miedo».
Mourinho, en efecto, es portugués, pero trabaja como un alemán, y eso en España escandaliza como la salud en un hospital . Las viudas de Valdano, como el Ekáizer del balompié, agotan los manuales de psicología argentina para encharcar a Mourinho, que ha llegado a la primera batalla de la temporada contra las Desdémonas de Verdi... ¡con ventaja!, al decir del tabarrón mediático. ¿Ventaja... por qué?
El pulpo Iker (el cefalópodo, no el huelguista de Rubiales) apuesta por el Barça para esta Supercopa, y yo, que soy supersticioso, casi también. ¿Cómo te pueden colocar a Teixeira en el Bernabéu contra el Barcelona y no decir nada? Ese árbitro le quitó un gol legal a Raúl en Gijón, y al poco tiempo, en el mismo lugar, concedió un gol ilegal a Pedrito, con lo que eso supuso para la Liga... y para Pellegrini, el pífano de Valdano. Mejor aún fue lo que hizo en un Villarreal-Barcelona: sacó la segunda amarilla a Busquets (el hombretón del «morro, morro, más que morro» a Marcelo), pero, al darse cuenta, no lo echó, cargándole en el acta el marrón a Llorente, que pasaba por allí. Y las Desdémonas de Verdi siguen en plena forma: sólo hay que ver el teatrillo de Piqué («españolitos, españolitos...») en Italia .
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