UNA HUELLA EN LA ARENA
Monólogos
Nadie reclama la revolución que de verdad necesitamos, una del tipo Silicon Valley. Nos sobra sectarismo y nos falta economía
La señora Merkel vino a La Gomera a reflexionar tranquilamente y su conclusión (no sé qué podría haber visto por allí) es que está harta de dar dinero de los alemanes para que los españoles y demás gente de buen vivir tengamos unas vacaciones que no podemos costearnos. Eso ha dicho y no hay quien le tosa a esta nueva «Dama de Hierro» porque su economía crece cuatro veces más que la nuestra y, por esa razón, tiene el dinero que nos hace falta. Alemania, pues, es el verdadero banco europeo y lo inteligente es no rechistarle, sino convencer a su Gobierno de que sus ciudadanos necesitan más asueto en el soleado Sur.
También nuestros jóvenes han expresado su hartazgo por las vacaciones no retribuidas a las que obliga el catastrófico desempleo que padecemos. Han acampado en el kilómetro 0, en plena Puerta del Sol, sin que el cuentakilómetros, no obstante, se haya movido. Quieren avanzar, pero sus propuestas no tienen recorrido y son tan antiguas como la revolución industrial que nunca hicimos: nacionalizar la riqueza del país para que todo sea gratis, conforme a nuestra tradición de confundir la justicia social con la barra libre.
Sin embargo, la desesperanza de nuestra juventud está plenamente justificada y ha elegido un momento crucial para hacerla patente. Los grandes partidos, creyendo que todo lo que se oía por nuestra geografía eran sus fanfarrias y discursos, se han quedado sordos por el bullicio mediático de las protestas en la recta final de la campaña electoral. Su afición por el soliloquio sólo la podían restituir los antidisturbios y cualquiera manda a dar palos a los votantes para que no pudieran levantarse hoy de la cama.
Pero, a pesar de la honestidad reivindicativa de los más, no deja de ser preocupante, y hasta sospechoso, que ocurra por segunda vez que se altera el normal discurrir de unas elecciones democráticas por la agitación organizada, como ya sucediera en las generales de 2004. Hay sectores dispuestos a aprovechar cualquier situación para agarrarse al poder con más brazos que un pulpo. También muchos aficionados a las revoluciones sociales y cualquiera de ellas les vale como símbolo, incluidas las árabes. En cambio, nadie reclama la revolución que de verdad necesitamos, una del tipo Silicon Valley. Nos sobra sectarismo y nos falta economía.
Hoy, mal que les pese a los antisistema, la oportunidad de la protesta se irá diluyendo. Votemos con entera libertad y en conciencia porque ningún partido pierde en democracia. Ni siquiera los perdedores. Y, si no lo creen, lean los periódicos mañana también. Habrán vuelto los monólogos.
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