Sean Penn, la sombra del rockero
Es uno de los grandes actores de la actualidad y no necesita mucho para desaparecer detrás de un personaje, como sucede en «This must be the place», que hoy se ha estrenado en Cannes
E. RODRÍGUEZ MARCHANTE
Sean Penn es uno de los grandes actores de la actualidad y no necesita mucho, un palillo entre los dientes, un bolso de señora, unas gafas de cerca, un bigotillo fino…, o lo que sea, para desaparecer detrás de un personaje. En «This must be the place» ... , título de la película de Sorrentino (y de una canción de los Talking Heads ), Sean Penn se parapeta detrás de unos grumos de maquillaje, bajo un pelo cardado y entre unas ropas siniestras para ser un viejo rockero clavado al Robert Smith de The Cure, y agarrado todavía al hilo de conciencia que le dejaron la heroína y el sentimiento de culpa y vacío por calamitosa influencia de sus canciones terminales en el espíritu de algunos jóvenes.
Esta composición es lo mejor de la película, los andares de preso que arrastra una bola, su manera de mascullar preguntas y respuestas llenas de retales roídos de ingenio, su triste modo de reírse de sí mismo y sus alrededores y contradicciones (tiene más dinero que energía, y más amor que pasión en su peculiar matrimonio eterno con Frances McDormand ).
Lo otro, la aportación de Sorrentino es ya más discutible, así como los «momentos» David Byrne, que juega un papelín y que se encarga del fondo musical de la película, que en ocasiones se sube literalmente por las paredes, como Spiderman. La trama es desigual, y por ejemplo, la caza del nazi que sometió a su padre en Auschwitz patina considerablemente, aunque le permite a Sorrentino ensayar un clima «road movie» y presentar algunos personajes atractivos.
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