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En la muerte de Santi Santamaría

Nos recibió en la puerta, cariñoso como siempre, e inmediatamente pasamos a la cocina. Allí hablé por última vez con él. Del jamón y de lo buena que estaba la ostra escabechada

carlos maribona

Santi Santamaria ha muerto. Así de fácil. Así de sencillo. Así de tremendo. Siempre es complicado informar sobre la muerte de alguien. Pero cuando además esa muerte se ha vivido de cerca, es mucho más complejo. En un comentario de urgencia en un ... post de mi blog decía que ha sido un verdadero palo que me ha dejado profundamente afectado. Ya es casualidad que el chef de Santceloni haya venido a morir a Singapur . Pero mucha más casualidad es que, junto a un grupo de colegas, yo también estuviera en Singapur. Y no digamos nada si encima todo ocurrió en el mismo momento en el que ese grupo de periodistas españoles estábamos visitando su restaurante en este país asiático. Santi era un gran cocinero. Así lo he escrito muchas veces. Había discrepado con él en varias ocasiones, pero más en las formas que en el fondo. Siempre aceptaba las críticas con deportividad. Y con la inteligencia y la cultura que poseía -como muy pocos de sus colegas- podíamos entrar en largos e interesantes debates. Él intervino muchas veces en mi blog para rebatir algún comentario o para exponer sus puntos de vista. Y me citaba con frecuencia en el suyo. Nos llevábamos muy bien . De hecho fue él quien me invitó a unirme a este viaje a Singapur porque tenía mucho interés en que conociera el trabajo que junto a su hija Regina, que dirige el restaurante SANTI en el lujoso hotel Marina Bay Sands, y el resto de su equipo llegado de España, están haciendo aquí. Anoche mismo compartíamos charla mientras brindábamos con unos gin tonic por el nacimiento de su primer nieto hace apenas una semana.

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