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Desmantelan el mayor laboratorio de cocaína de Europa antes de que funcionara

Entre los 25 detenidos está un empresario de la noche de Madrid muy conocido y dos letrados

CRUZ MORCILLO/PABLO MUÑOZ

MADRID

El asesinato en 2009 de «Cata», un matón de discoteca de la noche madrileña a manos de una banda rival, puso al descubierto un mundo de extorsiones, palizas, venganzas y tráfico de cocaína; una lucha a muerte por controlar las «puertas», la seguridad de los bares, y sus inquietantes relaciones con la «operación Guateque» de corrupción municipal en el Ayuntamiento de Madrid. En ese caldo de cultivo apareció Lauro Sánchez Serrano, empresario para unos, narco de altura para otros. Colombiano nacionalizado español, es el protagonista de la importantísima operación desarrollada por la Policía que ha desmantelado el mayor laboratorio de cocaína de Europa antes de que empezara a producir.

Las cifras son de vértigo y la forma de actuar aún más. La banda tenía 300 kilos de droga listos para su distribución y 1.200.000 euros en un chalé de la madrileña Alameda de Osuna; 33 toneladas de precursores para producir más droga en una gigantesca finca de Villanueva de Perales, erigida en sofisticado laboratorio de droga; siete pisos de seguridad con sus correspondientes caletas o escondites; cinco pistolas, 470 teléfonos móviles y activos financieros por valor de 50 millones de euros.

El empresario Lauro Sánchez, que no posee nada a su nombre pero a quien se considera dueño de una espectacular sala («Teatro Quinto»), de una decena de locales nocturnos y de uno de los gimnasios más conocidos de Madrid (donde se curten los matones de discoteca), distribuía la droga en sus negocios. Había intentado dar el salto y meter dos barcos de cocaína desde Suramérica aunque la Policía le fastidió el plan. Las pérdidas le obligaron a buscar otras vías de financiación. «En su chalé de Boadilla entraban millonadas, pero también salían». Se alió entonces con Ana María Camona y su novio David Vela (ambos españoles) que guardaban en su casa de Sevilla la Nueva 700.000 euros y cuatro pistolas y con los hermanos colombianos Carlos y Néstor, dos distribuidores de droga de primera fila con una privilegiada agenda de contactos y antecedentes por tráfico y blanqueo. La sociedad funcionaba muy bien y decidieron ir más allá: montar un laboratorio-fortaleza en medio del campo vigilada por escoltas donde los agentes de la Udyco y la Udev de la Comisaría General de Policía Judicial, que les seguían, tenían que zafarse de los micrófonos direccionales, los perros y los guardas. «Tardamos meses en entrar porque era como acceder a un fortín», señala un agente, que destaca además las dificultad de los seguimientos por las precauciones que tomaban.

Pero si la venta de droga iba viento en popa, el dinero que generaba se movía mejor aún con inversiones constantes en negocios y locales convenientemente camuflados. Para lavar esos millones de euros Sánchez contaba con el bufete de Roberto Rodríguez Casas y su hermano Javier. El elenco lo completaban otros dos hermanos, los Juárez Smith, españoles que se dedicaban a distribuir la cocaína utilizando como tapadera un taller de coches de Paracuellos del Jarama. Han sido detenidas 25 personas, de las que 20 ya están entre rejas. La investigación patrimonial continúa.

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