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Círculos viciosos y virtuosos

Hace diez años, como ahora, existían en este país leyes que prohibían el exceso de velocidad en carretera. Pero la respuesta de los poderes públicos a su incumplimiento era torpe, lenta e ineficaz. Como resultado, nadie los respetaba, y muchos miles de personas morían o ... quedaban inválidas cada año. Nos resignábamos a ello como al pedrisco. La gente no iba a dejar de correr, y por tanto no iba a dejar de morir. La situación sólo beneficiaba a los fanáticos de la velocidad, que podían disfrutar de sus excesos, y que por añadidura eran cada vez más. Habíamos caído en un círculo vicioso. Pero un día, hace sólo un lustro, alguien decidió romper ese círculo vicioso. Tomó medidas eficaces y no desproporcionadas para hacer cumplir la ley. Los muertos se han reducido a la mitad. Y además, hemos dejado de correr y no por miedo al castigo, sino por convencimiento, en la mayoría de los casos, de que es lo mejor. Lo mejor para todos.

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