Vuelta a los números rojos ¿por la crisis?

La grave situación que atraviesa la economía española lo explica, se dirán ustedes. Y yo podría estar de acuerdo. El problema es que el agujero que ha acumulado el Estado en estos ocho primeros meses del año, más de 14.000 millones de euros, no son sólo consecuencia de la crisis, sino en buena medida de las ocurrencias y promesas electorales de Zapatero, y eso es más preocupante. En cualquier familia, en momentos de crisis, se pueden reducir los ingresos, porque algunos de sus miembros se quede en paro o porque se acaben las horas extra, y se pueden aumentar los pagos, porque sube la hipoteca y la inflación. Pero si además, y pese a ver la que se avecinaba, la familia unos meses antes se compra un cochazo, se hace un viaje de lujo y se cambia de casa, las finanzas del hogar sin duda, se resentirán. Y eso es más o menos lo que ha ocurrido en España.

Es lógico que si España no crece, la recaudación por impuestos caiga y, además, si aumenta el paro, haya que pagar más desempleo. Pero si a esto unimos que el presidente Zapatero -que antes de llegar a La Moncloa renegaba del superávit en las cuentas públicas- no perdió la oportunidad de dilapidarlo ante la cercanía de las elecciones, la cosa es más grave. El Gobierno se defiende y asegura que es dinero que ha puesto en manos de los ciudadanos para reactivar el consumo. Pero no nos engañemos, si no se hubieran dilapidado de esta manera tan alegre miles de millones de euros, ahora sería más fácil hacer unos presupuestos anticrisis, con más dinero para infraestructuras que al final es lo que genera empleo, y además no correríamos el riesgo de superar incluso los límites de déficit impuesto por la Unión Europea.