Garnacha de Arrayán: nacido de la naturaleza
Un tinto de Cebreros (Ávila) que ha vivido diecisiete meses en barrica y otros nueve en botella

A unos sesenta kilómetros al norte de Santa Cruz del Retamar (provincia de Toledo y sede de Bodegas Arrayán), de una viña de garnacha de Cebreros (provincia de Ávila), a casi mil metros de altitud, una enóloga llamada Maite Sánchez encontró cepas de sesenta años… Así comienza este cuento que no es un cuento sino verdad. La verdad de un vino excepcional en potencia y al que los mimos y la experiencia le permitirán en breve acceder al calificativo de sensacional. Garnacha de Cebreros que ha vivido diecisiete meses en barrica y otros nueve en botella antes de ser ésta abierta para escribir de una obra que vive de la naturaleza.
Notas minerales y de plantas aromáticas, frescura y finura, acidez en su justa medida, una elaboración elegante si en tal palabra vive la nobleza. Aunque la certeza indica que esta garnacha habría necesitado más tiempo en botella para acabar de consumir las apariencias de alcohol con las que se viste y los restos de barrica que aún no se integran. Vino grande siempre. Vino nacido de la naturaleza. Y una de las primeras obras que pinta Maite Sánchez, enóloga. Hija de Bartolomé Sánchez, una gran persona, un señor. Y como tal, ella una señora que pintará obras maestras.
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