Un sufrimiento inútil

Santiago Moraleda ha perdido la batalla de recuperar a su pequeña hija tras 15 días en huelga de hambre
Conoció a una chica por Internet, se enamoró de ella y tuvo una hija. A partir de ahí, su vida se convirtió en una auténtica pesadilla. Santiago Moraleda , de 36 años y vecino de Villacañas , contactó con una mujer de Talavera de la Reina a través de un portal de contactos y, tras unos meses de relación, ella se quedó embarazada. Al principio todo era perfecto, hasta que un día, según relata Moraleda, ellale dijo que «quería poner primero su apellido a la niña y o lo aceptaba o iba a tener que pleitar».
La situación fue empeorando poco a poco hasta que ella decidió abandonar la casa que compartían. Los cuatro meses siguientes desde que abandonó la vivienda y dio a luz, Santiago Moraleda intentó localizarla por teléfono y por correo electrónico pero solo recibía amenazas por su parte. «No tienes nada que ver con mi hija»; «no es tu hija» o «cuando los hombres puedan quedarse embarazados entonces podrás tener tu niña».
Pero las amenazas no terminaron ahí. A los pocos días de nacer la niña, Moraleda recibió una llamada de teléfono donde se le advertía de que fuera a Talavera a ver a la niña «solo». Al llegar allí, pudo ver a su hija y cuando la tenía en brazos, asegura que su exsuegro le espetó que «era la última vez que aparecía por allí. Que me iban a matar si volvía».
Harto de las continuas intimidaciones, cuando la niña tenía 15 días, Santiago denunció el caso reclamando la custodia compartida. La respuesta fue favorable a la madre, permitiéndole a ésta poder marcharse del país con su hija y su actual pareja rumbo a Panamá, donde éste último iba a trabajar en las obras del canal. En la contestación de la demanda su expareja explicaba que «había dejado a Santiago porque seguía enamorada de su anterior pareja con quién incluso intentó tener hijos sin éxito». «Estaba todo más que preparado ella me utilizó como donante de esperma, mi hija es una niña robada», afirma.
En ese momento, Santiago Moraleda comenzó una lucha judicial reclamando la custodia compartida de la menor, ya que a partir del 16 de julio, la mujer podría salir legalmente de España con la niña, a pesar de no haber sentencia firme porque el Juzgado de Talavera aún no se había pronunciado a una solicitud de aclaración que interpuso a la sentencia de Primera Instancia. De hecho, el abogado de la otra parte les comunicó que a la niña la iban a sacar del país «sí o sí».
Fruto de la desesperación ante la falta de respuestas por parte del Juzgado de Talavera, el 1 de julio, Santiago Moraleda cogió una sombrilla y unos litros de agua y se postró ante las puertas de la Audiencia Provincial de Toledo, iniciando así una huelga de hambre con el objetivo de evitar que su expareja saliera con la niña del país y para reclamar la custodia compartida de la menor.
Como consecuencia de esta decisión, su deterioro físico y psicológico fue constante, mientras que las respuestas por parte de la Justicia seguían sin llegar. Pero la frustración llegó hasta tal punto que, llegada la fecha, el hombre fue un paso más allá y decidió dejar de beber agua.
Tras dieciséis días sin comer y casi doce horas sin beber, el cuerpo de Santiago Moraleda no aguantó más y cayó desvanecido a las puertas de la Audiencia Provincial. Sus familiares que se encontraban en ese momento con él, avisaron a una ambulancia que rápidamente le trasladó al Hospital Virgen de la Salud de Toledo donde, tras recibir asistencia sanitaria, a las pocas horas, recibió el alta médica y pudo marcharse a casa, donde ahora se encuentra recuperándose de lo sucedido.
Ese mismo día, el miércoles, el Juzgado de Talavera se pronunció a la solicitud de aclaración que Santiago Moraleda interpuso a la sentencia de Primera Instancia por lo que «automáticamente» su abogado pudo apelar a la Audiencia Provincial de Toledo para reclamar la custodia compartida de su hija y conseguir que el régimen de visitas sea lo más equitativo posible para ambas partes. «Es increíble que para que los derechos de mi hija se respeten haya que estar dieciséis días sin comer y a punto de morir », señala, indignado, Santiago Moraleda a ABC.
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