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ANÁLISIS

«Borderlands 3»: un videojuego alocado cargado de humor

La nueva entrega del videojuego acción en primera persona cumple las expectativas y, aunque peca de conservador, está la altura

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A diferencia de otros géneros más convencionales, los llamados «loot shooters» apuestan por rebañar el botín de sus enemigos caídos y desperdigados por los escenarios donde se combate. Después de popularizar esta fórmula, la nueva entrega del videojuego de acción , disparos y rol en primera persona Borderlands se desliza por sus propios convencionalismos pero adentrándose en una mayor cooperación.

Tanto es así que « Borderlands 3 » mantiene incluso una característica que parece quedar en desuso, la pantalla partida. A lo sumo tanto o más divertido que vivirlo en libertad individual. Mantiene, eso sí, gran parte de los atributos que le hicieron famoso como su atrevida ambientación y diseño gráfico que se aleja de los cánones establecidos recreándose, hasta la saciedad, de su propio estilo de animación. Un concepto que, aunque para gustos los colores, le cubre de una inmensa personalidad. El juego mantiene su identidad y su desenfadado estilo gamberro.

Porque el juego, en cualquier caso, se le reconoce a la legua y no solo por su estética de trazo ancho y líneas exageradas. Sino también por su dinamismo en los duros enfrentamientos contra los enemigos. Rivales que se lo ponen difícil al jugador y que, poco a poco, van exhibiendo la pasta de la que están hechos. Son complicados muchas veces, el sistema se ha perfeccionado en comparación con anteriores entregas y los pistoleros aprovechan mejor las coberturas, se mueven rápido para evitar daño y, en ocasiones, saltan aventureros que sorprenden en un momento dado. Y no te esperas que venga con un mazo a golpearte por la espalda, pero cuando lo haces cambia radicalmente la perspectiva obligando al jugador a salir por patas. Da la sensación también que el sistema de apuntado se ha perfeccionado ofreciendo más precisión en su manejo.

El título ha continuado con su ambientación y su narrativa de marcado humor infantil e irreverente. Pandora es, otra vez, el alocado planeta donde nos zambullimos en busca de las Tierras Fronterizas y, aunque la trama se va deshaciendo y abriendo de par en par, no es un motivo que quede totalmente claro. Sí trasciende que se trata de algún punto después de la muerte de Jack El Guapo , principal antagonista del anterior «Borderlands 2» y líder de la corporación Hyperion.

En los primeros minutos el jugador, que debe elegir a su avatar de entre cuatro clases de protagonistas -cada uno con sus propias habilidades-. Estos «buscacámaras» son Amara, una «sirena» que invoca a unos mágicos puños; Moze, una joven «artillera» capaz de convocar a su fiel máquina, el oso férreo, para conseguir potencia de fuego adicional; Zane, un «soldado» con una variedad de artilugios y cachivaches; y FL4K, un robot «maestro de las bestias» que emplea criaturas. Es entonces cuando conoce a Lilith, nombre escogido -y no por casualidad- de la guerrera rebelde que nos va a guiar hacia la aventura. Es quien recluta al nuevo personaje, al que se bautiza como «Cazador del Refugio», y cuya misión es ayudar a detener a los gemelos Calypso.

La importancia de recoger el botín queda patente a las primeras de cambio ante la necesidad de mejorar y cambiar de arma, de obtener munición y objetos virtuales para mantenerse con vida. No en vano, el título sucumbe ante la sencillez de mejorar las habilidades del personaje de cara a aumentar de nivel . A medida que el jugador gana nivel, gana puntos de habilidad que se asignan en un árbol de habilidades. Además, el abrumador elenco de armas es alucinante. Hay miles. Pero miles.

Sin estar ante una aventura libre de movimiento , el planteamiento sí da pie a cierta exploración del terreno abordado aunque, en definitiva, se trata de un frenético puesto de combate. El chorreo de balas es constante y conviene, por supuesto, ocultarse y evitar salir a pecho descubierto, aunque las coberturas son perfectamente destruidas. Y más cuando se va complicando el asunto conforme acumulamos horas. Los rivales se reparten, además, por hordas y pequeños jefes finales que, a veces, se sienten infinitos . Se trata de una gran secuela que se mantiene a la altura que, sin comerlo ni beberlo, pega un notable salto permitiendo incluso visitar otros planetas a medida que se avanza en la historia. Mención aparte a su brutal apartado sonoro repleto de temas enérgicos que le ponen a uno a tono ante la refriega, pero en el listado de las pegas, algunos extraños producto de su puntual caída gráfica.

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