Stamatis Moraitis, el hombre que olvidó morir
Un veterano de guerra griego logró sobrevivir casi 40 años después de que le fuera detectado un cáncer terminal

En nuestro habitual recorrido por los temas más curiosos de la blogosfera , hoy queremos compartir una sorprendente historia que hemos conocido a través del blog «Resolviendo la incógnita» y que tiene como escenario principal Ikaria, una pequeña y tranquila isla griega cercana a las costas de Turquía.
Sin embargo, nuestro viaje comienza antes y al otro lado del charco, en Nueva York, ciudad a la que el soldado griego Stamatis Moraitis había llegado en 1943 para ser tratado de una herida en un brazo. Tras recuperarse, y finalizada ya la Segunda Guerra Mundial, Moraitis decidió establecerse en el país, primero en Port Jefferson, donde existía una colonia de griegos procedentes de Ikaria y más tarde en Florida, donde contrajo matrimonio y tuvo tres hijos.
Todo parecía perfecto en la vida de este emigrante griego, hasta que un buen día de 1976, descubrió que le costaba respirar y subir una simple escalera se convirtió en un reto casi imposible. Asustado, acudió al médico quien, tras ver las radiografías concluyó que padecía cáncer de pulmón. En los meses posteriores, otros nueve doctores corroboraron el diagnóstico. Stamatis Moraitis apenas había cumplido sesenta años y le daban tan solo nueve meses de vida.
En lugar de permanecer en América, y someterse a un tratamiento agresivo que le permitiera permanecer unos meses más junto a su familia, decidió regresar a Grecia y pasar sus últimos días en Ikaria, su isla natal. Su deseo era ser enterrado junto a sus padres, cerca del mar Egeo en una ceremonia que apenas costaría doscientos dólares, frente a los miles que tendría que desembolsar su viuda si falleciera en Estados Unidos.
Poco tiempo después, Stamatis y Elpiniki Moraitis se trasladaron una pequeña casa blanca rodeada de viñedos en el norte de Ikaria, en la que el primero esperaba pasar sus últimos meses de vida junto a sus padres. Al principio, pasó unos días en la cama, mientras su madre y su esposa lo cuidaban. La cercanía de la muerte le animó a recuperar su fe y cada domingo se acercaba hasta una pequeña capilla ortodoxa donde su abuelo fue sacerdote. Además, cuando sus amigos de infancia descubrieron que había vuelto, empezaron a visitarlo cada tarde y hablar durante horas.
Con el paso del tiempo, lejos de empeorar, comenzó a sentirse más fuerte. Se atrevió a plantar algunas verduras en el jardín, aunque no esperaba vivir para recolectarlas. Pasaron seis meses y Moraitis pudo recoger su cosecha e, incluso, hacer lo propio con el viñedo familiar. Pasaron los años y su salud continuó mejorando. Añadió un par de habitaciones a la casa de sus padres para que sus hijos pudieran visitarle y aumentó el viñedo hasta que produjo 1.500 litros de vino al año.
Veinticinco años después de irse a Grecia, regresó a Estados Unidos en busca de una respuesta acerca de su curación. Sin embargo, descubrió que los diez médicos que le habían diagnosticado un cáncer terminal ya habían fallecido. El, en cambio, vivió hasta el 3 de febrero de 2013. Tenía 98 años —aunque el aseguraba que eran 102— y en su cuerpo no había ni un solo rastro de la enfermedad que le habían diagnosticado casi 37 años atrás.
Lo más probables es que la misteriosa curación de Moraitis se deba a un diagnóstico erróneo. Sin embargo, durante mucho tiempo la esperanza de vida de la población de I karia ha superado ampliamente los 90 años de edad . Quizá la razón sea la combinación de una vida tranquila y los beneficios de la auténtica dieta mediterránea.
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