La IA crea el empleo del futuro: experto en hablar con máquinas

Para ganarse la vida tecleando en ChatGPT no hace falta ser una lumbrera de la tecnología. Profesionales dispares ya aprovechan su pericia con los sistemas de inteligencia artificial para abrirse camino en un mercado laboral que los mira con interés

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Mark Watson lleva meses trabajando para empresas y particulares generando imágenes con inteligencia artificial

A Jessica Gutiérrez el estallido de popularidad de la máquina parlante llamada ChatGPT le pilló en una situación difícilmente mejorable: de cervezas con amigos. Era noviembre, y entre risas y conversaciones del tipo, «a que la inteligencia artificial (IA) no es capaz de ... hacer esto o aquello», se le ocurrió sacar partido a la máquina de OpenAI y explotarla para escribir un libro de recetas y un cuento infantil. Los dos de más de 100 páginas. Apenas tardó un par de meses con el primero. Con el segundo, dos semanas. «Usé la IA para todo. Para las imágenes, para el texto y hasta para la promoción a través de vídeo», explica en conversación con ABC.

Sin darse cuenta, esta administrativa, de Gijón y de 39 años, se había convertido en una de las primeras españolas en especializarse como ingeniera de peticiones (o 'prompts', en inglés), que es como se conoce a los profesionales que viven, en ocasiones en exclusiva, de su pericia a la hora de mantener conversaciones con modelos de inteligencia artificial para conseguir el mejor resultado posible. Ya sea para la creación de texto o para la generación de imágenes.

El perfil que, por el momento, escasea en el mercado laboral, cada vez está siendo más demandado por empresas de todo tipo. Desde despachos de abogados hasta inmobiliarias. Muchas también están mostrando interés por encontrar a gente con el perfil de Jessica para que enseñen a sus empleados a hacer lo mismo. «Ahora me dedico a hacer formaciones para una empresa. También es posible que empiece a dar una extraescolar a niños en un colegio de mi ciudad. Otra gente que hace lo mismo se dedica a crear webs con ChatGPT o a montar bots conversacionales. Las posibilidades que te da la inteligencia artificial generativa son enormes», dice la experta.

Jessica Gutiérrez ha escrito dos libros con IA y ahora se dedica a impartir formación en una empresa

Al alcance de cualquiera

Para ser ingeniero de peticiones no hace falta tener una formación concreta ni experiencia de ningún tipo. Básicamente, porque no hay titulaciones oficiales. Además, el tiempo que ha pasado desde el 'boom' de la IA alcanza apenas el medio año. Cualquiera puede abrirse camino en el oficio. «En principio, basta con echar muchas horas trasteando con los sistemas. Eso sí, es importante ser creativo», señala a este diario Anastasia Martynyuk, treintañera y mujer orquesta de la tecnología que, desde su domicilio, en Valencia, trabaja para un buen puñado de compañías. Entre ellas, para una firma canadiense para la que crea imágenes a partir de palabras.

«Para conseguir el trabajo solo tuve que pasar un par de pruebas en las que se me pedía que crease imágenes con Stable Diffusion. Lo más difícil fue instalar el programa», recuerda entre risas. Como Jessica, Anastasia comenzó su andadura con los sistemas de IA en noviembre. En concreto, con Midjourney, para la creación de imágenes, y con ChatGPT; dos plataformas que están al alcance de cualquier usuario que tenga ganas de enredar con la nueva tecnología. Mark Watson, diseñador y escritor británico asentado en Cataluña, también hizo sus primeros pinitos en el oficio gracias a ellas.

«Me di cuenta de que era increíble desde el principio. Me puse a diseñar edificios con el estilo de Gaudí súper rápido», explica en conversación con este periódico. Desde enero, trabaja a tiempo parcial en el diseño de imágenes creadas por inteligencia artificial para empresas de todo tipo y particulares. «Todos los días hay algo diferente que hacer. Es una locura. Recibo un montón de ofertas y solo cojo aquellas que me gustan», remata.

Como el resto de profesionales de las peticiones consultados, el británico apunta que «se puede vivir» (y sin grandes problemas) de esta profesión, aunque, por el momento, «no son muchas las compañías que quieran apostar por tener una persona haciendo solo esto en plantilla». Aunque eso ya está cambiando.

En España ya hay varios negocios que cuentan con profesionales dedicados a tiempo completo a hablar con las máquinas. Ese es el caso de la firma de marketing NotBound, donde Jesús Novillo aterrizó el pasado abril para matar la totalidad de su jornada dándole órdenes a Midjourney. «La máquina solo es una herramienta que no piensa, la creatividad la pone el ingeniero de peticiones. Hay que tener claro cuál es el resultado que quieres y las palabras que debes utilizar para conseguirlo. Hay mucha prueba y error. Hay que jugar mucho», dice el profesional que, en este caso sí, ya tenía experiencia en el mundo audiovisual: «Soy un apasionado de la tecnología, con el trabajo con Midjourney, al final, he podido aunar mis dos grandes pasiones».

Jesús Novillo hace todo su trabajo con Midhourney

«Tuertos entre ciegos»

Desde la irrupción de ChatGPT la preocupación sobre la posible destrucción de puestos de trabajo por culpa de la IA ha ido en aumento. De acuerdo con un estudio de Goldman Sachs, 300 millones de puestos de trabajo pueden desaparecer en los próximos años gracias al auge de las máquinas. Javier Castro, director ejecutivo de la empresa de marketing Beedigital, no cree que esto vaya a ocurrir, aunque reconoce que quienes «no se pongan las pilas» con la IA, corren riesgo de ser sustituidos: «El trabajo te lo va a quitar alguien que conozca la inteligencia artificial y sepa utilizarla. Es lo mismo que pasó hace años con la llegada de los ordenadores».

El ejecutivo explica que en su empresa ya hay «unas 30 o 40 personas» que, como Novillo, lo hacen todo con sistemas como ChatGPT. Sin embargo, tiene dudas de que la nueva profesión de ingeniero de peticiones haya llegado para quedarse. «Creo que es más el futuro del trabajo que el trabajo del futuro. El mercado terminará demandando profesionales que sean expertos en su campo concreto y que, además, sepan utilizar estas herramientas».

José Luis Casal, experto en modelos de negocio digitales, tiene la misma opinión que Castro: «Es una habilidad especialmente. Los actuales ingenieros de peticiones son tuertos en un mundo de ciegos, porque tienen destrezas que la mayoría de profesionales no tienen». Y son, especialmente, los trabajadores con formación humanista, los que actualmente más pueden ofrecer a las compañías interesadas en estos perfiles. «Para conseguir buenos resultados de una IA no basta con tener una plantilla con preguntas. Todo pasa por mantener una conversación con el sistema, y esto es algo para lo que pueden ser especialmente válidos periodistas, antropólogos o sociólogos. Espero que las empresas interesadas en IA generativa pasen de buscar perfiles tecnológicos a otros más humanistas», dice Ramón Aller, director de NotBound.

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