Cómo llevar el jersey feo navideño y no morir en el intento
Por mucho que te guste la Navidad, hay que conocer en qué contextos es bien recibido un jersey con la cara de reno bordada y cuando es mejor obviarlo
Dinos cuál es tu estilo y te diremos cómo vestir en cada evento de Navidad

Cuando en el 2001 Colin Firth aparece en la película El diario de Bridget Jones luciendo un suéter de cuello vuelto sobre el que aparecía cosido el dibujo de un reno con pompón rojo incluido nada hacía presagiar que más de dos décadas después esa misma prenda se resignificaría por completo. Lo que en aquel momento provocaba vergüenza por parte del serio personaje de Mark Darcy por ser algo que nadie con cierto gusto por la moda se pondría, pasó a adquirir otra connotación totalmente diferente.
El jersey feo ha pasado a ser algo emblemático de cada Navidad. Ya no es una pieza denostada que nadie quiere tener en su armario, ahora se presume de ella y hay quienes incorporan uno distinto cada temporada tratando de buscar el más divertido, el más llamativo e incluso el más ridículo para así poner un toque de diversión a una época del año en la que viene bien una buena dosis de buen rollo.
El fenómeno tiene todos los ingredientes para ser imparable y hay ejemplos verdaderamente atroces en los que se mezclan colores con borlas, espumillón, luces y hasta con música. Pero, como decíamos, puede que este sea el único caso en el mundo de la moda en el que se premia la mayor excentricidad y, cuanta mayor sea la fantasía que proponga, más aplaudido será cuando te lo pongas.
Ahora bien, hay que tener en cuenta un par consideraciones antes de lanzarse a la calle a presumir de lo que los anglosajones conocen como 'ugly christmas sweater'.

La primera de ellas es recordarte que no puedes pretender verte favorecido con este jersey porque estarías pidiendo un imposible. A nadie, absolutamente a nadie, le sienta bien una prenda como esta.
Y, la segunda de las observaciones, es advertirte de que elijas bien el contexto en el que vayas a lucirlo. Está muy bien querer ir repartiendo felicidad y espíritu navideño pero eso no te puede nublar el sentido común. Eso significa que, por mucho que te apetezca, evites este tipo de jerséis en un ambiente de trabajo –salvo que el código de tu empresa sea muy laxo o sea la propia compañía la que proponga celebrar una jornada en la que específicamente haya que llevar uno de estos modelos– y también en eventos que exijan formalidad. Es decir, si has decidido ir a celebrar la Nochevieja a un hotel de lujo no parece muy apropiado ponerte un suéter así, del mismo modo que no es buena idea recurrir a uno si la comida de Navidad con la familia tiene un sentido puramente religioso o adquiere un tinte serio en lugar de relajado porque puede tomarse como una falta de respeto. Limítate a los días en los que sepas que no vas a ser el único en vestirlo.
Ahora bien, si la ocasión y el ánimo lo permite, que nada te impida tirar de sentido del humor para enfundarte en uno de estos feos jerséis. ¿Cómo? Muy sencillo, como más te apetezca. A modo informal con unos vaqueros, acompañando una camisa con unos pantalones de pinzas o, si te atreves, puedes llegar a animarte con un traje para tratar de añadirle algo de sensatez.

Por último, ten en cuenta que hay cantidad de modelos en las diferentes firmas por lo que no tienes que decantarte por la alternativa más ridícula sino te sientes cómodo con ella. Dado que el gusto por este tipo de prendas ha sido creciente en los últimos años existen multitud de opciones entre las que elegir. De punto más o menos grueso –hay incluso ejemplos de sudadera para quien prefiera este tipo de piezas más deportivas– y, lo más importante, más o menos feo.
Quienes quieran iniciarse en la tendencia pueden hacerlo con discretas versiones en las que solo aparezcan tímidas formas de copos de nieve u otros elementos propios de esta época del año en color blanco y, los que no tienen miedo alguno a llamar la atención pueden sacar a relucir su lado más kitsch si su grado de timidez se lo permite. A fin de cuentas no deja de ser un disfraz que no tiene vida más allá del 6 de enero pero que sirve para plantar cara al «Grinch» navideño que muchos llevamos dentro.
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