Las claves de estilo de todo ejecutivo de éxito
Lo imprescindible para que nada en un look de oficina a este nivel falle

Nosotros mismos somos los primeros que insistimos a menudo en una realidad extendida: igual que los hábitos sociales han cambiado también lo ha hecho la manera de vestir. Las fronteras que antes eran inexpugnables entre contextos han ido desapareciendo paulatinamente, lo cual ha dado lugar a la relajación de los códigos de vestimenta y el eclecticismo, la posibilidad de combinar prendas y colores otrora antagónicas. Sin embargo, el cambio no ha sido radical ni total: hay excepciones que se mantienen todavía más cerca de lo que fue de lo que es, como es el caso del ámbito laboral de responsabilidad: el de los altos ejecutivos.
Actualmente, salvo excepciones, la mayoría de ellas vinculadas a empresas dedicadas a sectores de reciente auge como el tecnológico, los directivos de las compañías siguen manteniéndose fieles a un código de estilo determinado porque la imagen que proyectan es esencial para su estatus. Y esto es así tanto de puertas para adentro, con sus empleados, como hacia fuera.
Un ejecutivo no tiene margen de error con la vestimenta que escoge para acudir a su lugar de trabajo, ni siquiera en los días en los que tiene compromisos en su agenda, cosa que por otro lado es muy extraña que ocurra. Que no exista dicho margen de error es uno de los factores que explica por qué las claves de estilo de todo ejecutivo de éxito siguen siendo muy parecidas a las que ya lo eran en décadas pasadas. Vamos a repasar las más importantes.
El traje siempre perfecto
Nos guste o no, el traje sigue siendo el uniforme por excelencia del alto ejecutivo, y no vale un traje cualquiera. La calidad en los materiales y el nivel de detalle y personalización en la confección importan muchísimo porque, tal y como decíamos anteriormente, es parte de la imagen que se ha construido y, por ende, que emite a los demás. Un dos piezas impoluto, de líneas clásicas y corte moderno -silueta estrecha pero no excesivamente, perfectamente limpio y planchado y con la caída justa para la figura de quien lo lleva no tiene rival en el ámbito empresarial. Y por clásico hablamos sobre todo de los colores, siempre oscuros, principalmente gris y azul marino, en su mayoría diseños lisos - la raya diplomática es la alternativa-. La americana, además, puede ser recta de dos botones o cruzada, tendencia que se impone en la actualidad.
Tan importante es cuidar el estilo como el fit. O dicho de otro modo, las proporciones. Es imprescindible para el éxito de la imagen de un empresario que la ropa que lleva se vea que es de calidad y, sobre todo, que no tiene demasiado tiempo. Esto se nota en el desgaste, pero donde más se aprecia es en el fit, en cómo le queda. Y en un traje se nota especialmente cuando no está bien ajustado: asegúrate de que la chaqueta caiga de manera natural sobre los hombros, que la camisa sobresalga del puño de la chaqueta y que el pantalón ajuste bien en la cintura y toque ligeramente la parte superior del zapato.
¿Qué ocurre con la corbata?
A diferencia de lo que ha hecho la gran mayoría de la población masculina a lo largo de toda la década pasada, un ejecutivo de éxito no debe renunciar a la corbata . Y menos ahora que vuelve a ser tendencia presumir de este accesorio que parece haber sobrevivido, aunque con muchas cicatrices, a haber sido catalogado como el símbolo de la clase política y empresarial de la España de la corrupción. La corbata, si es de calidad -a poder ser de seda- y se sabe llevar con brillantez, es un símbolo indiscutible de distinción en el ámbito laboral. Todavía lo sigue siendo.
En este sentido hay otro complemento que puede desarmar el discurso conceptual que un empresario quiere dar a través de su imagen, el calzado. Dicho de otro modo: hay mucho que perder con el detalle de los zapatos si no se llevan limpios e impolutos. El zapato, con independencia del diseño que lleve un ejecutivo, que suele apostar por clásicos infalibles como unos Oxford de piel, no puede tener un solo defecto, así que asegúrate de que está limpio y reluciente y de que no tiene arrugas propias del uso.
Parece de perogrullo tener que decir algo así para hablar de las claves de estilo de un ejecutivo de éxito pero, igual que no entran las prendas arrugadas o los zapatos sucios, no tienen cabida las prendas de baja calidad. Es esencial invertir en prendas de máxima calidad , especialmente en el ámbito de la sastrería. Además de por una cuestión de imagen, son la mejor inversión a largo plazo porque no sufrirán esa pérdida de calidad evidente que la ropa de peor calidad padece a partir de la cuarta o quinta puesta.
Un empresario de éxito debe cuidar los complementos tanto como las prendas y accesorios principales de sus looks. No hace falta que tenga un armario extenso pero sí que sea impecable . Y para eso ha de tener por lo menos un abrigo que marque la diferencia, una pequeña selección de zapatos de primera calidad y es recomendable que también disponga de un maletín o bolso de piel que no sea el mismo que llevaba hace una década… o más.
Habrá quien diga que un reloj ya no es lo que hora y que además ha perdido el sentido práctico que tenía en origen, pero la carga simbólica y la potencia que aporta a la imagen personal de un hombre poderoso en el ámbito laboral sigue estando fuera de toda duda . Además, hay pocos elementos más elegantes y sofisticados en cuestión de estilo por lo que en nuestra opinión sigue jugando un papel esencial.
Clave beauty
Si un ejecutivo viste de matrícula de honor de los pies a la cabeza pero no lo acompaña poniendo el mismo mimo en el cuidado del cabello y del pelo del rostro algo falla. La imagen emitida ya no va a ser la misma. Por mucha mascarilla que llevemos, el rostro es nuestra carta de presentación y eso implica un nivel de atención máximo en detalles como el corte de pelo o el afeitado diario o un cuidado extremo de la barba.
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