«Al principio me daba vergüenza»
Hace tres años, A.P.M. y su marido se gastaron más de tres mil quinientos euros en la celebración de la Primera Comunión de su hija mayor. «Lo normal, sólo en el restaurante se nos fueron más de 1.800 euros», recuerda esta joven ... madre de Alcalá de Henares para la que la historia vuelve a repetirse este mayo con un gran matiz. «No podemos gastarnos la misma cantidad de dinero, yo no trabajo y me da miedo que mi marido tenga algún problema futuro en el suyo y no podamos hacer frente a los gastos», comenta, visiblemente abrumada. La solución: adaptarle el vestido de su hermana, una política de austeridad en regalos así como una idea salvadora que no dejará a la niña sin convite, «lo que más ilusión le hacía». Sin renunciar a un buen menú y con el consenso familiar, el banquete será abonado entre todos los miembros de la familia de A.P.M. y su esposo. «Fue mi madre la que me propuso que lo celebrásemos a escote, así que hemos buscado un restaurante del agrado de todos y se les ha consultado el menú». La decisión de esta familia madrileña, sensata y consecuente, provoca sin embargo un cierto desasosiego en A.P.M. «En realidad, tengo malestar. Al principio incluso me daba vergüenza, pero cuando no se puede, no se puede. Sé que muchas familias piden créditos para situaciones así -comenta- pero, sinceramente, yo jamás lo haría para pagar un traje, quizá para una operación, pero no para esto».
Seguramente, lo que a hoy supone un capítulo agridulce para esta ex-dependienta, con el paso del tiempo se convertirá, además de en un ejemplo de cómo afrontar las vacas flacas, en un modelo de solidaridad entre la familia.
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