Un Papa jesuita y político
«Es llamativo que haya convocado un consistorio porque el colegio cardenalicio no se reúne desde 2013»
A estas alturas del pontificado, aunque la sorpresa y la espontaneidad sean características recurrentes en la actuación del Papa , hay dos aspectos de su perfil que no deben pasar inadvertidos y que se han agudizado con la elección de nuevos cardenales .
Francisco ... es y actúa como un jesuita en la mejor tradición de la Compañía fundada por san Ignacio. Esa es su «forma mentis». Se podría decir que el primer papa jesuita no quiere ser más papista que el papa. Los jesuitas de los inicios de la modernidad no eran los ultramontanos del siglo XIX. En 1549, Ignacio de Loyola mandó a tres jesuitas a la Universidad de Ingolstadt diciéndoles: « Defended a la Sede Apostólica y su autoridad , y atraed a la gente a su obediencia auténtica de tal modo que no se conviertan en papistas (tamquam papistae), indignos de confianza por sus defensas exageradas».
Y, en segundo lugar, el papa tiene un marcado perfil político . Establece unos objetivos a partir de las ideas que configuran su forma del ejercicio del primado, discierne con el método ignaciano, pone los medios para el cumplimiento de los objetivos y llega hasta las últimas consecuencias. Es muy llamativo el hecho de que haya convocado un consistorio —no se ha reunido con el colegio cardenalicio desde 2013— en agosto. Lo que se diga en ese consistorio, tanto por parte del papa como por los cardenales que intervengan, será clave para el futuro. Por primera vez muchos de los cardenales se verán las caras , se reconocerán y se oirán. Podría entenderse como el primer entrenamiento de este selecto club para un cónclave futuro.
El Papa ha elegido cardenales mayoritariamente cercanos a su modo de entender la teología y la pastoral. ¿Altera esta decisión la práctica de anteriores pontífices? Ha roto el vínculo representativo entre diócesis históricas, y con más población, y la posibilidad del cardenalato. La idea de las periferias como diversificación geográfica de la Iglesia, aplicada ahora al futuro gobierno universal, le complica incluso la vida a la presión mediática en la construcción de perfiles públicos. El Espíritu Santo tendrá que meter horas extraordinarias.
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