Francia se afana en evitar que el pacto climático descarrile

El nuevo borrador elimina cualquier referencia a un hito intermedio (2050) en el camino de la reducción de emisiones. Ahora se propone que las Partes alcancen el pico de emisiones «lo antes posible» –reconociendo que alcanzar ese pico costará más tiempo a los países en desarrollo–, y lleven a cabo reducciones rápidas después para alcanzar la «neutralidad en emisiones en la segunda mitad del siglo». El objetivo es contener la temperatura en 2ºC, pero se introduce la mención a hacer un mayor esfuerzo para que no supere 1,5º. Se propone un sistema de revisión único para todos pero flexible para aumentar la ambición de los recortes, y en la financiación serán los países desarrollados los que paguen para transformar la economía, aunque los emergentes podrán aportar de forma voluntaria.

Aunque el cierre de la Cumbre se haya pospuesto a este sábado esto no significa que el jueves por la noche se rompiera la baraja ni que el acuerdo se aleje. Al revés. Todas las fuentes negociadoras consultadas coinciden en que el tono fue bueno, pero se está decidiendo un tratado muy importante y ningún fleco puede quedar suelto. Por eso este viernes se pasó del proceso abierto e inclusivo a las reuniones bilaterales para perfilar cada aspecto pero no para abrir otros nuevos.

Obama no ha mandado a su secretario de Estado, John Kerry, a estar toda la semana para nada. Su intervención en una de las reuniones clave del jueves noche dibujó un acuerdo donde la diferenciación entre las responsabilidades históricas de todos quedaban perfectamente identificadas, y recordó que las emisiones de los países en desarrollo ya suman más del 60%.

Por un lado, China está entre los países que rechazan que sus promesas de reducción se revisen antes de tiempo y tampoco aprueban el sistema único, aunque flexible, que propone el acuerdo para revisar las contribuciones de todos. India considera que la financiación para ayudar a las naciones en desarrollo a transformar la economía no está lo suficientemente atada, y el término «neutralidad en emisiones» para la segunda mitad de siglo levantó ampollas entre los petroleros, con Arabia Saudí a la cabeza. La línea roja de la UE es que los instrumentos que recoja el texto nos pongan en la trayectoria de no superar los 2º.