Convivir con el virus o cerrar como China, he ahí el dilema

Mientras Occidente mitiga la mortalidad del coronavirus con las vacunas, algunos países de Asia y Oceanía se plantean relajar sus restricciones por su impacto económico

Con fuertes controles y cierre de fronteras, China no renuncia a la estrategia de 'Covid 0', pero Singapur y Australia estudian su reapertura para recobrar la normalidad

Cuántas vacunas se han puesto en España

Nada más aterrizar en los aeropuertos de China, como este de Hangzhou, los pasajeros de vuelos internacionales son sometidos a la prueba del coronavirus. Pablo. M. Díez / Vídeo: La OMS pidió a China cooperar para hallar el origen del Covid

Tras un año y medio de pandemia, los países más avanzados disfrutan de un verano de reapertura y vuelta a la normalidad mientras los menos desarrollados sufren lo peor del coronavirus por la supercontagiosa variante Delta. La diferencia es que unos, los ricos, disponen ... de vacunas de sobra y otros, los pobres, no. Dieciocho meses después del estallido en Wuhan , se pensaba que las vacunas iban a ser el principio del fin de esta pandemia que nos ha cambiado la vida. Pero la variante Delta ha vuelto a disparar los casos en todo el mundo , incluso entre los países con mayores tasas de vacunación, como España, el Reino Unido o Israel. Aunque el aumento de las muertes no ha sido en estos casos tan grande gracias al escudo que han supuesto las vacunas , el repunte de los contagios abre un debate sobre la forma de combatir el coronavirus en esta nueva fase de la pandemia.

Mientras Occidente , más liberal, ve reforzada su postura de convivir con el Covid-19 por la protección que ofrecen las vacunas , Oriente sigue imponiendo el cerrojazo por miedo a la variante Delta. Pero ni siquiera el cierre de fronteras ni los confinamientos masivos han impedido que se cuele en naciones como Vietnam, que el año pasado controló muy bien la epidemia pero este sufre su peor zarpazo con más de 10.000 infectados y unos 400 muertos diarios.

Por su altísima transmisibilidad, la variante Delta ha puesto en cuestión la estrategia de 'Covid 0' que venían practicando los países de Asia y el Pacífico, haciendo que algunos se replanteen sus estrictos controles sanitarios por su tremendo impacto económico y social. Uno de los primeros ha sido Japón, que ha seguido adelante con sus Juegos Olímpicos y Paralímpicos pese a la explosión de casos que sufre desde el mes pasado.

Aunque el 70 por ciento de sus 47 prefecturas imponen restricciones por el estado de emergencia y sus estadios vacíos presentan una estampa totalmente distinta a las gradas abarrotadas que se vieron durante la Eurocopa, la mera celebración de ambos Juegos solo por los intereses económicos de la televisión ya supone un punto de inflexión. Con una tasa de vacunación completa del 44 por ciento , el archipiélago nipón lidia tras los Juegos con su peor repunte, que deja ya más de 25.000 positivos y entre 40 y 60 muertos cada jornada. Batiendo récords desde hace dos semanas hasta llegar a 2.000 el jueves , el número de pacientes graves y la saturación del tensionado sistema sanitario determinarán la duración del estado de emergencia y el cierre de fronteras para los turistas y visados de negocios. Por el bien de sus economías , todos los países saben que no pueden seguir cerrados para siempre, y menos en este planeta globalizado que ya siente la escasez en sus cadenas de suministro por culpa del coronavirus.

Relajar restricciones

Para volver a ser uno de los centros financieros y de transportes de dicha globalización, Singapur ya se está planteando relajar sus estrictas políticas de contención del coronavirus , de las más duras de Asia incluso aunque la incidencia de la enfermedad ha sido bastante baja. Con solo 55 muertos y 67.000 contagiados en esta ciudad-Estado de seis millones de sus habitantes, sus políticos y epidemiólogos estudian levantar las severas restricciones comerciales que están afectando a su economía.

«Creo que tendremos que adaptarnos a aprender a vivir con la variante Delta y futuras variantes del Covid-19 . La cuestión del porcentaje de población vacunada necesaria para impedir que se colapsen los hospitales es incierta de momento, pero aprenderemos de los acontecimientos que ocurran el próximo medio año en el Reino Unido, Estados Unidos y otros países donde la variante Delta se ha arraigado », declaraba al periódico 'South China Morning Post' el profesor Hsu Li Yang, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad Nacional de Singapur.

La clave en este debate es saber cuántas muertes está dispuesta a aceptar una sociedad para recobrar su normalidad. Como en la mayoría de países, la comparación más apropiada en Singapur sería con la gripe, que en un año normal se cobra unas 800 vidas en esta ciudad-Estado. Aunque son muchísimas más que las 55 provocadas por el Covid-19, no generan tanta alarma social ni perjudican a la economía. Pero está por ver que Singapur, uno de los países más desarrollados del mundo, asuma cientos de muertos al año por coronavirus si finalmente decide abrirse de nuevo.

«No sabemos cómo va a acabar todo esto ni cómo va a evolucionar el virus. Es muy difícil saber si mutará a formas más atenuadas o virulentas. Si cambia a formas más atenuadas, generará un número de muertos que sea socialmente aceptable. Pero eso dependerá de que salga en los medios o no, como las muertes por gripe, que no provocan alarma», explica a ABC Ignacio López-Goñi, catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra.

Un buen ejemplo de ello es lo que ha ocurrido este verano en España: una quinta ola que, a su juicio, «ha sido más bien una onda y nos da motivos para la esperanza porque el aumento de casos por la variante Delta no ha disparado las muertes» . A este respecto, su conclusión es tajante: «Si no hubiese tanta vacunación en España, esta quinta ola habría sido una masacre. Gracias a las vacunas, se ha reducido la mortalidad pese a la propagación de la variante Delta entre la población no inmunizada. Aunque las vacunas no son 100% efectivas y algunas personas que las han recibido se pueden contagiar , los datos demuestran que están funcionando y han disminuido significativamente los casos más graves y fallecimientos en el rango de edad más vulnerable».

A la espera de comprobar la evolución de las variantes y la duración de la inmunidad de la vacuna , de la que cree que hará falta una tercera dosis para poblaciones envejecidas o un tercer pinchazo general, López-Goñi apuesta por «combinar la política de 'Covid 0' con la inmunización y el refuerzo del sistema sanitario porque los países no van a poder estar cerrados toda la vida».

Aunque no sea toda la vida, al menos un año más parece que van a seguir cerrados los principales defensores de esta estrategia , como China. «La política de 'Covid 0' no es discutible», asegura el autoritario régimen de Pekín, que está aprovechando la pandemia para blindarse aún más y distanciarse de la influencia occidental. Gracias a sus confinamientos, pruebas masivas y controles, las autoridades chinas han conseguido atajar en un mes el brote de la variante Delta que se les había colado por el aeropuerto de Nankín (Nanjing), que se ha propagado a 48 ciudades de 18 provincias con más de 1.200 casos.

Impedir otra catástrofe

Sacando pecho frente a la escabechina que el coronavirus ha causado en Occidente, la propaganda alardea de que el fin máximo del Partido Comunista es «proteger la vida» e insiste en que el esfuerzo merece la pena porque la economía se ve beneficiada a largo plazo. A la vista de los estragos que está provocando la variante Delta en el Sudeste Asiático, cuyas economías no recuperarán un nivel pre-pandemia hasta 2023 , la intención de Pekín es impedir a toda costa otra catástrofe como la de Wuhan, que tuvo un gravísimo impacto económico y social. Con solo 3,6 camas de UCI por cada 100.000 habitantes, frente a las 34,7 de EE.UU., las 29,2 de Alemania o las 9,7 de España, sus esfuerzos preventivos son fáciles de entender. Por ese motivo, China potencia también la vacunación, que a mediados de este mes extendió con la pauta completa a 777 millones de habitantes, más de la mitad de la población. Además, han recibido el pinchazo 60 millones de adolescentes entre 12 y 17 años, pero las vacunas chinas siguen bajo sospecha de baja efectividad por la confusión de sus datos y los graves repuntes que ha habido en países que las utilizan, como Indonesia.

Al llegar a los hoteles de la cuarentena donde tienen que pasar dos o tres semanas los pasajeros que viajan a China, sus maletas son desinfectadas dentro de las fuertes medidas para impedir la propagación del coronavirus. Pablo. M. Díez

Situación en Australia

Enfrentándose a violentas protestas callejeras con cientos de detenidos, Australia también sigue aplicando confinamientos que afectan a la mitad de sus 25 millones de habitantes por los brotes en Sídney y su estado, Nueva Gales del Sur . Aunque registran un millar de positivos diarios y tienen ya unos 14.700 casos activos, sus autoridades locales relajarán las restricciones a partir de la próxima semana. Para el resto del país, el Gobierno central no se plantea la vuelta a la normalidad hasta haber vacunado a entre el 70 y 80 por ciento de la población. Espera hacerlo entre octubre y noviembre porque ahora solo tiene inmunizado al 32 por ciento.

Pero la reapertura ya empieza a ser una urgencia para el Gobierno central porque los confinamientos por el coronavirus amenazan con provocar la primera recesión en Australia en tres décadas. Cada día, el cierre de fronteras le cuesta 203 millones de dólares australianos (126 millones de euros) y los últimos datos económicos muestran una caída de las ventas que hace temer lo peor para el tercer trimestre. Debido a este impacto, muchos expertos y gente corriente ven que Australia no puede seguir aplicando la política de 'Covid 0' de forma tan estricta como Nueva Zelanda, que ha vuelto a confinarse por un solo contagio, el primero local desde febrero.

El siguiente paso de Australia dependerá de la población inmunizada , pero el Instituto Burnett ya ha advertido de que el populoso de Victoria y su capital, Melbourne, sufrirían hasta 4.885 muertes si el virus circulara libremente con un 60 por ciento de vacunados. Con un 95 por ciento, la cifra se reduciría hasta los 1.346 fallecidos , pero habría que ver si esa cifra es «socialmente aceptable» porque la gripe dejó 1.255 muertos en su campaña más letal, en 2017.

Además de la protección de la vida humana y el coste económico, valores filosóficos como la libertad y la seguridad influyen en este debate sobre convivir con el coronavirus o seguir con los cerrojazos tras un año y medio de pandemia.

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