falso accidente de avión en canarias
Una tragedia o nada, en ocho minutos
Las redes sociales son un extraordinario medio de comunicación que puede mutar en una no menos formidable acequia de desinformación
Álvaro martínez
Un garrafal error visual y ocho minutos bastaron para crear una alarma mundial, prendida una vez más en las redes sociales… Exactamente desde que a las 16:01 de ayer el servicio canario del 112 lanzase a sus 53.300 seguidores en Twitter el siguiente ... mensaje (adobado con esas erratas veniales que depara el nerviosismo ante la tragedia): «Control Canarias confirma caída al mar de avión a 2 millas costa #GRANCANARIA a la altura de Jinámar. Se desocnoce número de pasajeros». Solo ocho minutos después, el mismo 112 aseguraba afligido, como de refilón y con las erratas blancas de las prisas por sacar la pierna del agujero, que «Respecto piosible accidente avión, SAR, Control Aéreo y helicóptero #GES confirman que se trata de remolcador tirando de una embarcación». Pero ya era tarde, la «noticia» se había convertido en la más seguida en todo el mundo a través de esa enorme y pegajosa tela de araña digital que atrapa al planeta. Las agencias ya escupían «urgentes» recogiendo la «noticia», que en un efecto dominó arrastraba el alarmante suceso a las webs de los diarios de medio mundo, y que, a su vez, daba pie a otras «informaciones» complementarias, como que la ministra de Fomento se había reunido con el presidente canario para coordinar las actuaciones. ¿Pero qué actuaciones? ¿Las del remolcador?
La pifia, que tras el alivio dio paso a la chufla que domina el medio, confirma dos cosas: que las redes sociales son un extraordinario elemento de comunicación y que, a la vez, pueden mutar en una no menos formidable acequia de desinformación, de dimensiones universales que se aleje varias galaxias del oficio del periodismo, del rigor y de lo que de verdad ocurre. A la velocidad de luz pueden ir de un sitio a otro, de la utilidad al caos, dependiendo de la responsabilidad de los pulgares que manejen el invento. En ocho minutos: una tragedia o nada.
Una tragedia o nada, en ocho minutos
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