Memoria de la Semana Santa 2021
Misterios irrepetibles
«En 2021 las únicas llamas que se atisbaban eran las de la epidemia que había hecho cambiar al mundo y también a la Semana Santa. Cada vez que hay algo anormal, en San Julián las imágenes se ponen a temblar»
La Hiniesta, el Domingo de Ramos de 2021
Al final las imágenes sienten las cercanías entre ellas mismas. ¿No las habéis visto en un altar de cultos cuando se agrupan pare recordar un calvario o en una composición simétrica tras las velas, cómo miran hasta de manera diferente? A la Hiniesta la llenaron ... de flores y de velas en los días de su septenario. Este no era año de salir a la calle y eso trae recuerdos terribles en San Julián. Por eso la pusieron así, para que creyera que un Ariza llamaría al martillo para cruzar la ojiva. Se trataba de impedir que afloraran los recuerdos de 1932, que fue el año en el que se perdió aquella perla de dolor solo semanas después de que los pasos ni se montaran para el Domingo de Ramos. Todavía por el barrio se añoraban las cornetas de Farfán tocando Estrella Sublime, los trajes de los domingos, los globos… Ese año no hubo Semana Santa en San Julián, y solo unas semanas después lo que no hubo fue consuelo. La razón de ser de esa Semana Santa en el barrio, la Virgen de la Hiniesta que decían de Montañes sin serlo, había desaparecido. El año 33 pasó sin pasos. Pero llegó septiembre y Castillo Lastrucci hizo renacer como el Ave Fénix a la Hiniesta perdida. Para la primera salida la pusieron delante de su hijo. En 1936 ya salió sola bajo el palio desde Santa Marina solo meses antes de que otro fuego, otro odio, se la llevara consigo. En 2021 las únicas llamas que se atisbaban eran las de la epidemia que había hecho cambiar al mundo y también a la Semana Santa. Cada vez que hay algo anormal, en San Julián las imágenes se ponen a temblar. Y por eso, porque no era cuestión de vivir de nuevo el miedo, para este Domingo de Ramos los hombres de la hermandad hicieron que el Cristo de la Buena Muerte, la Virgen de la Hiniesta y María Magdalena sintieran la cercanía de las unas con las otras. Trajeron el paso de Cayetano, el que aún huele a naranjo en la madera de los pequeños ángeles que se tallaron en un tronco del árbol que perfuma la Ciudad, lo sembraron de flores y lo adornaron con marchas que recuerdan el azul y la plata de la luz del día de los hosannas que es cuando el cielo se pone una túnica celeste tan parecida al color de los nazarenos de la cofradía. Y así juntos pasaron este día. Y sin miedo. Fue tan bello que ojalá un día sin temores se vuelva a repetir.
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