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PATRIMONIO

Un gigante en el Corpus

«Si del gran san Cristóbal hemos visto el retrato ese día la muerte no ha de darnos mal trato»

Manuel Jesús Roldán

Procesión de Corpus del año 1598 en la ciudad de Sevilla. Reina, pocos meses le quedan su Católica Majestad, Felipe II. Imperio donde no se pone el sol, es Castilla, es Portugal, es los Algarves, es ultramar. Gremios, religiones, canónigos ... y autoridades ordenan las filas de la procesión más importante de la ciudad. Los danzantes están dispuestos y se ultiman retoques a la Tarasca. Papá Pando, tarasquillas y mojarrillas se acicalan, mientras se acaban de llenar los pellejos con los que atusar al público. Huele a romero de la sierra, a incienso de oriente y a sudores locales. Brilla el sol. Este año hay novedad, nada menos que una imagen nueva, la del santo que protege de la muerte súbita y que es método infalible para sanar el panadizo, esa maldita inflamación de los dedos de la mano. Por eso es nuestro abogado, parecen pensar al unísono Lucas, Gabriel, Diego y Luis . Son miembros del gremio de guanteros, de la collación del Salvador , y en este momento son los miembros más felices de un cortejo que echará a andar en breves momentos. Hasta el Cabildo les ha pagado la subvención que pidieron para poder pagar al Montañés. Van a salir a la calle acompañando al más grande de todos los santos. Aunque sea pura leyenda.

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