David Linde: «La ayuda económica existe, pero el compromiso con la cultura de base de Sevilla todavía hay que trabajarlo más»

El empresario de La Suite y director de Nocturama reflexiona sobre este festival de música que está a punto de celebrar su decimonovena edición

Nocturama Sevilla incorpora nuevos escenarios para su edición de 2023

David Linde es director de Nocturama, festival de música que cumple 19 ediciones en Sevilla Raúl Doblado

Nocturama, festival de música creado por La Suite en 2005, cumple 19 ediciones con la incorporación de nuevos escenarios y una fecha tardía en el calendario. Ana Curra, Carmen Boza, The New Raemon, Raúl Cantizano o Alvinas, entre otros, forman partel del cartel de este ... ciclo que se celebra entre el 30 de noviembre y el 2 de diciembre y que se presenta con dos adjetivos: irreductible y excitante. David Linde, su director, cuenta los detalles de la cita y de la de 2024, cuando Nocturama cumpla dos décadas como auténtico paraíso de la música alternativa en Sevilla.

-Este año esperaban que Nocturama volviera a Casino pero tampoco ha podido ser.

-Lo de cambiar de sitio no es ni una cosa rara, ni nos traumatiza. Es una cosa que estamos acostumbrados. Ya estábamos haciendo Teatro Central desde hace tres años con un crossover y el año pasado con las obras de Casino lo hicimos todo allí. Viendo cómo está realmente la ciudad, que cada poco tiempo le cambia la piel, con el verano cubierto y que en primavera en Sevilla no se puede hacer muchas cosas, nos gustó la idea del otoño. Después de 19 años podemos permitirnos el lujo de cambiar de espacio porque el público lo tenemos ya. Echamos de menos el Casino, que es el espacio en el que más a gusto hemos estado, pero a ver si se aclara y el año que viene, con los 20 años, podemos volver.

-¿Qué aporta el Teatro Central al Nocturama?

-Dos cosas básicas. Para empezar, es un lugar que dentro del imaginario sevillano es un espacio contemporáneo, un sitio punta de lanza de las artes contemporáneas a nivel nacional. Y por otro lado, mi amistad con Manolo Llanes. Mi afinidad a nivel artística con él es muy importante. El programa de Nocturama en el Central perfectamente lo podría firmar él. Es un acompañamiento muy bonito, a nivel técnico, como espacio, es perfecto, pero a nivel de afinidad también, nos sentimos como en casa.

-¿Y el Teatro Alameda y la sala Malandar, los otros dos espacios en los que se celebrará el festival?

-Ya habíamos estado en Teatro Alameda haciendo la programación internacional. Nocturama es el festival de la ciudad, somos el festival más antiguo, tanto en activo como en inactivo, que existe en Sevilla. Queríamos tener un pie en un edificio municipal e insisto, Nocturama es Sevilla. Lo de ir a sala siempre ha sido un deseo y en verano no se podía. Nos gusta mucho tirar hacia caminos insospechados y contemporáneos y a la vez jugar ya con cosas asentadas y clásicas. Y la Malandar es una sala por la que hemos pasado generaciones completas, además es una sala muy cómoda, en el centro de Sevilla y bonita. Mantiene ese charme de los 90.

-¿No le preocupa que la programación de Nocturama se puede confundir con la propia de la sala?

-No pasaría nada si se confunde, si Nocturama tiene un sello, más que el espacio, es su público. El público conoce bien la marca y los espacios le da igual. En La Suite tenemos un componente muy arraigado de servicio público, sobre todo porque trabajamos con dinero público, tenemos que devolver a la ciudad algo siempre y si eso quiere decir que estamos llenando espacios de la ciudad con una programación de calidad, bienvenido sea. Formamos parte del adn de Sevilla, así que, en ese aspecto, sin problema alguno.

-No se celebra en sus espacios habituales pero tampoco en su fecha normal. Aunque se repita otoño, es ya un otoño muy avanzado. ¿A qué se debe?

-Sí, es otoño ya casi rozando el invierno. Tiene que ver sobre todo con la climatología, el año pasado lo hicimos en otoño pero hacía 35 grados y la gente entraba muy tarde a las salas. También tiene que ver con en qué hueco del otoño sevillano no hubiese nada. El mes de noviembre es asesino, prácticamente desde octubre, con la feria del libro. Encontramos ese espacio antes de que el Monkey pusiera su fecha y al final estamos seguidos: Festival de Cine, Monkey y Nocturama y compartimos público realmente. Este año, entre los tres eventos vamos a exigirle mucho al público, esperamos que no se enfade mucho con nosotros.

Nocturama 2023

  • Dónde: Teatro Central, Teatro Alameda y Sala Malandar

  • Cuándo: 30 de noviembre, 1 y 2 de diciembre

  • Entradas: nocturamasevilla.es

-Después de casi dos décadas este será el primer festival sin Violeta Hernández.

-Violeta se fue en agosto y Nocturama se prepara con mucho tiempo de antelación. Hay mucho de esta edición de ella. La programación siempre la solemos hacer a medias, muy consensuada, hablada y disfrutada y hay años que hay más de ella y otros más de mí. Y este año hay bastante de ella, se va a ver muy reconocida. El año que viene es el que va a ser más duro y más triste porque Violeta llevaba conmigo 23 años, en lo emocional es un camino muy difícil todavía.

«Nuestra apuesta es resistir a esa gran ola que todo lo barre y en la que parece que si no metes a 10.000 personas en un concierto no haces nada»

-El adjetivo que siempre acompaña a este festival es el de irreductible. ¿Alguna otra marca con la que os defináis?

-Irreductible nos define muy bien. Lo adoptamos hace unos años tras una conversación con Manolo Llanes. Éramos fans de una revista francesa que se llama 'Los incorruptibles' y nos hizo gracia el juego palabras. Invocamos el primer espíritu de Nocturama, que era una apuesta por valores muy desconocidos y con discursos difíciles. Lógicamente en tantos años hemos tenido que adaptarnos y mezclar artistas más amables con otros más duros. Irreductible nos define aún más si cabe ahora teniendo en cuenta que la industria musical ha cogido mucho cuerpo a nivel mundial, incluso en la ciudad se ha asentado. Es un gigante que va más allá de la cultura o de la propia música, es una industria que necesita mucho combustible, de mucho aforo, son eventos muy grandes. Nuestra apuesta es resistir a esa gran ola que todo lo barre en la que parece que si no metes 10.000 personas no haces nada. Es una apuesta por la cultura más que por el ocio, por el melónamo, por el público que va a disfrutar de un concierto más que del acto social. Ojo, ambas cosas son combatibles, a mí un gran festival me ayuda a exigirme, a crecer, a darle algo distinto a nuestro público. Tenemos una fortuna, que Nocturama ha formado muy bien a su público. Está acostumbrado y le gusta el reto y este año hemos apretado bastante.

-En la presentación de esta edición de Nocturama dijo una frase muy significativa: «Que los Grammy no nos impida ver el bosque».

-Lógicamente cuando hablamos de eventos como los Grammy lo primero que se nos ocurre es el impacto económico, pero la cultura no se cuantifica, no puede medirse por cuánto dinero deja, la cultura es una labor lenta, necesaria y casi siempre invisible. Con Nocturama por ejemplos estamos hablando de crear un público que es un cosa lentísima y muy cara. Estos grandes eventos por su propia naturaleza no pueden pararse en eso. Cuando yo dije eso quería decir que el bosque es Sevilla, que sigue siendo uno de los espacios donde más cultura se genera desde hace muchísimos años, si apuramos, desde el siglo XV. Los artistas que están creando en los últimos años, a nivel literario, a nivel plástico o musical son de una calidad inmensa y este tipo de eventos, a nivel mediático, anula el resto. Hace 20 años se mimaba mucho a ese tipo de artistas, a nuestros propios valores. Lo que ocurre es que el mundo ha cambiado, Sevilla ahora tiene que responder a unos patrones de calidad y exigencias muy diferentes, y si no ponemos pies en pared eso lo perdemos. Es como la pesca de arrastre. Un concierto de 25 personas no es un mal concierto. El éxito en la cultura no tiene que ver con los tickets que vende, si no en la calidad del artista, del público y de cómo eso después revierte en el espíritu crítico de cada ciudadano y en este caso de la ciudad de Sevilla.

-Pero Nocturama sí recibe apoyo institucional, ¿no?

-Sí existe apoyo al tejido cultural, y sin ese apoyo Nocturama sería imposible. Existe el apoyo, pero creo que muchas veces los estamentos políticos no miran más allá de lo que puede ser una legislatura o un periodo especialmente corto. El rédito que te puede dar un gran evento como pueden ser los Grammys es inmediato, pero la cultura es mucho más lenta. Nocturama u otro festival pequeño no son especialmente caros, pero mucha veces la incertidumbre de lo que pueda pasar en un año o dos hace que uno no pueda crecer con los tiempos que estos festivales requieren. La ayuda existe pero creo que el compromiso con esta cultura de base todavía hay que trabajarlo más.

-¿Está Nocturama más reconocida fuera que dentro?

-Nocturama fuera tiene bastantes premios. Tiene mucho reconocimiento también por parte de los artistas. La forma en la que nosotros preparamos las programaciones hace que un artista tenga su tiempo y su espacio sin el estrés de los grandes festivales. Tal es así que muchos artistas vienen a Nocturama porque saben que van a recibir un trato distinto aunque cobren menos. No entendemos Nocturama como un acto social, sino como una experiencia entre el individuo y el músico. Dicho esto, esto se sabe entre los festivales, no somos una amenaza, al contrario, solemos nutrirnos de otros festivales mayores y al revés. Nocturama está reconocido tanto dentro como fuera, pero es cierto que el reconocimiento que está recibiendo este festival fuera no es conocido en la ciudad.

-Como dice, una cosa es el apoyo económico y otra la promoción que desde dentro hagamos de nuestras cosas.

-Hay una cosa básica, Nocturama es marca Sevilla y hay otros eventos que también lo son. Cuando los poderes públicos entiendan eso, creo que nos va a ir mucho mejor a todos. Estuvimos en el Bime y la Junta de Andalucía, que ha experimentado un relevo generacional en sus dirigentes, sí está apostando por festivales de este tipo y lo está llevando a gala como marca Andalucía. Sevilla es un marca imbatible, hace falta darle un poquito de voz a estas pequeñas cosas que forman parte de un puzle muy grande y que complementan una imagen de la ciudad mucho más completa de las grandes fiestas y los grandes eventos.

-¿El año pasado tuvieron muchos problemas con el ICAS, se ha solucionado algo con el cambio de Ayuntamiento?

-El ICAS hay que cambiarlo, yo estuve en su nacimiento hace 30 años y la ciudad era distinta. Sevilla es ahora muy compleja a nivel cultural. Nuestra programación cuantitativamente se está acercando a la de las grandes ciudades. El verano y otoño nuestro no tiene mucho que envidiarle a los de Madrid. El ICAS es como tener un coche antiguo e intentar ir al ritmo del siglo XXI. Me consta que la antigua Corporación quería introducir grandes cambios, pero pilló el periodo electoral. Y con la nueva, también. Quiere llevar a cabo un cambio radical, entre otras cosas porque, si no, la máquina va a gripar y si no ha gripado tiene mucho que ver por el sacrificio personal de todas las empresas pequeñas que trabajamos en Sevilla. Pero hay límites. Hay que darle margen al nuevo Ayuntamiento, lógicamente, pero esperemos que el año que viene no estemos hablando de esto.

-Pero este año, la ayuda ha llegado a tiempo para Nocturama.

-Ha llegado muy a tiempo fundamentalmente porque Nocturama, insisto, se trabaja con muchísima antelación. Aun con la premura y los problemas del año pasado, pero con mucho esfuerzo, también por parte del ICAS, vamos que no me lo creo. La idea es que el año que viene vayamos todos igual de bien y esto sea parte del pasado.

-Pasemos ahora a la programación de esta edición. La definen como muy loca. ¿Qué habrá?

-Más loca. Tenemos el lujo y la obligación, que es casi lo mismo. Cada año combinamos valores reconocidos, tirando a clásicos, con algunos valores nuevos, contemporáneos o difíciles para un público menos exigente. La cosecha de este año es muy loca. El 1 de diciembre es un día que yo no me perdería pero que entiendo que no se sepa por dónde pillarlo. Estamos trabajando a la vez neo folk, con folk tradicional, con pop, con rock, con un poco de electrónica. Incluso Carmen Boza viene con una renovación después de estar produciendo en su estudio. En ese aspecto estamos muy contentos. Las apuestas de este año son arriesgadas, espero que el público lo acepte bien, me consta que sí, pero son artistas que sólo se puedan ver en Nocturama este año porque no tienen salida comercial casi ninguno. Raúl Cantizano es una oportunidad de oro, o Víctor Herrero, que nunca ha venido a Sevilla en solitario.

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-Usted dice que no quiere meter a más de 1.000 personas en un concierto...

-O eso o la ciudad ha cambiado mucho, no buscamos la intimidad en los conciertos pero nuestros aforos no pasan de los 700 personas, queremos que el público esté a gusto.

-Entonces, ¿cómo puede crecer Nocturama?

-Yo no quiero meter a 5.000 personas en un concierto, sé cómo hacerlo, pero no quiero. A lo mejor el crecimiento viene por más días, más espacios. Consiste en abrir más el abanico, no es un crecimiento a nivel muscular, es de crear sinergias, de crear más familias, más complicidades. A ver, logicamente me encantaría que a Víctor Herrero lo vieran más de 1.000 personas, pero más se crean colas. Nunca vamos a intentar crecer para eso. Traer a una gran banda para meter a 10.000 personas ya lo hacen otros y muy bien.

-En la nómina de artistas que han pasado por Nocturama hay grandes estrellas que llenarían espacios más amplios.

-Este año creo que Ana Curra va a a tener buena recepción, y en la edición 20 vamos a rescatar grandes figuras que han pasado por Nocturama, tenemos grandes padrinos y madrinas. Siempre he dicho que una de las tradiciones de Christina Rosenvigne era presentar sus discos en este festival. Pero no se van a dar grandes llenos, no tenemos ese componente lúdico o divertido de otros festivales. Es una experiencia muy personal, entre las personas que aman la música y el artista; y a partir de ahí, el resto.

-Pero la edición número 20 merece una gran fiesta.

-El 20 va a tener muchas fiestas, veremos a ver cómo las aguanto yo (risas). Ya estamos hablando con Minerva Salas al respecto, va a haber muchas sorpresas, va a haber un reconocimiento a la ciudad, una renovación de votos con la ciudad, más espacios y un par de componentes muy festivos y muy masivos, pero específicamente diseñado para eso.

-Se trata entonces de crecer más a lo ancho.

-Los festivales son limitados, pero vamos a hacer que pocas bandas de la ciudad no toquen. Nosotros nos nutrimos de los valores locales y andaluces y se trata de devolverle a algunos la paciencia por no tocar, y a otros la apuesta de haberlo hecho cuando no éramos nadie. Y de agradecer al público el amor que nos ha profesado. Incluso cuando nos hemos equivocado, nos ha tratado con mucho cariño y con respeto. Nosotros también, esto es importante. En la política de precios, políticas de servicios, de barra, de cola. Nosotros también somos público y melómanos y tratamos como nos gustaría que nos tratasen.

-¿A lo largo de estos casi 20 años, ha sentido alguna vez el deseo de tirar la toalla?

-Yo particularmente cada año. Hay una frase famosa entre mi equipo que es que a ver qué tarda en decir David que este es el último año. Es un camino duro y difícil el sector cultural. Yo siempre digo que somos 'emprecarios', la ciudad es amable y cómoda, barata todavía, pero vivimos en precario. Pregúntame el año que viene si quiero seguir.

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