Matamoros, esclavo manumiso

Matamoros tiene un aspecto como criogenizado. Es un culturista en el cuerpo de un señor mayor, pero el efecto no es exactamente de juventud sino de trascender la edad. Es nuestro gran transedad: buscando rejuvenecer ha ido más allá, automomificándose, Preysler macho que se operó las orejas, la nariz y que se ha hecho estiramientos, definido el abdomen y extirpado las glándulas mamarias (como Pipi). En el momento en que a los hombres se le desfondan las tetillas, él se las extirpa y toma testosterona. En el momento de la nueva masculinidad, Kiko se subleva: ¡hormonémonos a más! ¡Seamos transmachos!

Al ser transedad, Kiko lo asume todo: una novia que puede ser hija y un nieto; al contrario que su ex Makoke, no rechaza la palabra abuelo ni dice «el hijo de mi hijo». Fue hablando del nieto en ‘Sálvame’ como se produjo la gran revelación:

—¿Qué te gustaría para tu nieto?

—Que sacara mi raza…

—¿Tu raza? ¿Qué raza es?

—Pues mira, desciendo de esclavos.

Y contó que los Hernández vienen de esclavos cubanos. Así que los hermanos de la saga son por parte de padre Matamoros, y por parte de madre esclavos manumisos. Lo fascinante de esto es que Matamoros no es solo transkiko (trascender el Kiko que fue hacia el Coto) ni transmacho, ni transedad, sino también transracial: Kiko Matamoros se racializa y nos desvela su fondo de negritud. Aunque parezca joven, Matamoros es viejo; aunque parezca momio, Matamoros vive; aunque parezca blanco, Matamoros es negro.