El chapapote salpica a Obama

La marea negra crece incontrolable y ya se extiende por una superficie de 9.900 kilómetros cuadrados, casi el tamaño de Puerto Rico

AP Un pelícano marrón y una bandada de gaviotas en la reserva natural protegida de Pass a Loutre, con las barreras flotantes al fondo

El presidente Barack Obama visitará este domingo el Golfo de México y el pavoroso vertido de crudo que en el momento de escribirse estas líneas no tenía visos de dejar de crecer, había sumido el estado de Luisiana y el delta del Mississipi en el ... desastre y avanzaba como un ángel exterminador hacia las costas de Florida. Más de 6 millones de litros de petróleo -en la estimación más optimista, la peor habla de 34 millones de litros- envenenaban las aguas y el pozo de BP seguía manando, sin que nadie supiera cómo hacerle frente de una forma rápida. ¿Es el Prestige de Obama?

La visita presidencial al epicentro del chapapote de este domingo se ha tenido que organizar a toda pastilla. No estaba prevista y se ha improvisado vistas las primeras críticas contra la Administración, que ha dado la impresión de tomarse las cosas con un exceso de calma. Tardaron bastantes días en hacer una declaración de emergencia, en plantearse sacar al ejército y en despachar a un alto representante del gobierno a la zona. También en movilizar al ejército y todos los recursos federales disponibles.

¿Error o mala fe?

En el gobierno le echan la culpa al gigante petrolero BP, por no haber sido capaz, no ya de parar el incesante bombeo de petróleo al mar, sino ni siquiera de determinar desde el principio la verdadera magnitud de la tragedia. Dijeron al principio que se vertían 1.000 barriles de crudo al día cuando eran 5.000. ¿Error o mala fe? La Casa Blanca les regaña agriamente pero ya hay quien ve en esta acritud un intento de sacudirse las propias responsabilidades.

Lo cierto es que nadie sabe aún qué ha pasado exactamente ni cómo arreglarlo. The New York Times trataba ayer de ilustrar a sus lectores con un gráfico del dispositivo diseñado para prevenir fugas del pozo de petróleo y sellarlo inmediatamente en caso de explosión. Por lo que sea este complicado y carísimo dispositivo -que la compañía asegura haber probado satisfactoriamente sólo diez días antes del accidente- no funcionó. Expertos reunidos en Houston analizan ansiosamente una y otra vez qué válvula, juntura o pistón hidráulico puede haber fallado.

Sólo si se consiguiera reparar esto se podría acabar rápidamente con el vertido. Las alternativas son rodear el pozo de una especie de cámara de contención -pero eso tardará entre dos y cuatro semanas- y drenar la plataforma con un pozo alternativo -lo cual no exige menos de tres meses-. Entretanto la actual intensidad de la marea negra se mantendrá e incluso puede aumentar, recrudecida además por el mal tiempo reinante ayer y que se espera prosiga en las próximas horas.

Los últimos datos ofrecidos no dejaban lugar al optimismo. Mientras la Guardia Costera calcula que desde que explotó la plataforma petrolífera el pasado 20 de abril el pozo ha dejado escapar ya 6 millones de litros de crudo, nuevas imágenes de satélite analizadas por investigadores de la Universidad de Miami reflejan que la extensión de la marea negra se triplicó en sólo 24 horas (de 3.000 kilómetros cuadrados el jueves a 9.900 el viernes por la tarde), pasando de ser del tamaño de Rhode Island a casi el de Puerto Rico.

Cinco veces más de crudo

Estas cifras, aportadas ayer por la Universidad de Miami, hacen temer que el pozo esté soltando más de lo estimado. Una idea que el profesor de Oceanografía de la Universidad Estatal de Florida, Ian R. MacDonald, no descarta. En declaraciones a Ap aseguró: «Espero equivocarme, pero podrían haberse escapado ya del pozo siniestrado 34 millones de litros».

La situación es pues desesperada y parece que lo seguirá siendo durante semanas. La misma visita de Obama implica una admisión de que esta crisis se le ha escapado al gobierno de las manos y ya lo único que puede hacer es anteponer las muestras de preocupación política al miedo a aumentar la alarma, para que no les pase como a la Administración Bush con el Katrina.

Ayer se pagaron 3 dólares la libra (aproxidamente medio kilo) por las que probablemente sean las últimas gambas que allí se pesquen en mucho tiempo. La única esperanza que tienen ahora esos pescadores es que BP les contrate para limpiar el crudo.

«Contrataremos a todo el que podamos», promete el gigante petrolero, que afirma que ya ha gastado 1.600 millones de dólares y que está dispuesta a gastar muchos más. Le hará falta para pagar la factura del despliegue del ejército y de los recursos federales movilizados, como dice la ley y les recuerda Obama.

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