La quema de carbón lleva las emisiones a un nuevo récord

Y es que aunque la crisis ha disminuido el ritmo de aumento de las emisiones de CO2 procedentes de la quema de combustibles fósiles -cayó tanto el PIB como la intensidad del uso de carbono de la economía mundial-, lo cierto es que éstas siguen creciendo. En 2013 superaron las 36 gigatoneladas, lo que supuso un aumento de un 2,3% con respecto a 2012; y la cifra de 40 gigatoneladas estimada para este 2014 supondría una subida de un 2,5% con respecto al año pasado, lo que situaría las emisiones globales un 65% por encima de los niveles de 1990, el año de referencia del Protocolo de Kioto .

Esas 36 gigatoneladas se distribuyeron entre el carbón (43%), petróleo (33%), gas (18%), el cemento (6%) y quema de gas (1%). Este desglose viene a refrendar las voces que se refieren a que el verdadero villano en el crecimiento de las emisiones globales es el carbón y no tanto el petróleo. Así, las emisiones procedentes de la quema de carbón fueron las que más crecieron entre 2012 y 2013, un 3%, frente al petróleo y el gas que aumentaron ambos un 1,4%. Finalmente el carbón representó el 59% de ese crecimiento de emisiones interanual, frente al 18% del petróleo y el 10% del gas.

Las cifras revelan que los mayores contribuyentes a las emisiones de combustibles fósiles en 2013 fueron China, Estados Unidos, la Unión Europea y la India -en conjunto representan el 58% de las emisiones-. Las emisiones de CO2 de China crecieron un 4,2% en 2013, las de EE.UU. un 2,9%, y las emisiones de la India crecieron un 5,1%. La UE, por su parte, redujo sus emisiones en un 1,8%, aunque sigue exportando un tercio de sus emisiones a China y otros productores a través de los bienes y servicios importados; y por primera vez, las emisiones per cápita de China superaron a las de la Unión Europea.

A medida que las emisiones siguen aumentando, nos acercamos más al límite en que los científicos consideran que el calentamiento puede desencadenar cambios peligrosos en el clima. Ese límite se fijó en 2ºC sobre los niveles preindustriales y para no llegar a él se calculó la «cuota» de emisiones de gases de efecto invernadero que el mundo se podía permitir. Pues bien, el recuento de emisiones de The Global Carbon Project refleja que ya hemos usado dos tercios de esa cuota, por lo que solo nos quedan 1.200 gigatoneladas de CO2 por emitir. Teniendo en cuenta que este análisis estima que en 2014 alcanzaremos un nuevo récord de emisiones anuales, 40.000 millones de toneladas de CO2 (40 gigatoneladas), a este ritmo agotaríamos esa cuota, que nos aboca a un aumento de la temperatura de 2ºC, en solo 30 años.

Para evitarlo, el equipo internacional de investigadores cree que «habría que dejar más de la mitad de todas las reservas de combustibles fósiles sin explotar», según explica Pierre Friedlingstein, de la Universidad de Exeter . A menos que las nuevas tecnologías para almacenar carbono en el subsuelo se desarrollen y desplieguen a gran escala, afirma el estudio.

En este sentido, la tercera parte del Quinto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) , que se presentó el pasado abril, propugna que para limitar el incremento de la temperatura media global en esos 2ºC -hay que tener en cuenta que desde 1880 ya se ha incrementado en 0,85ºC- habría que reducir las emisiones entre un 40 y un 70% con respecto a 2010 a mediados de siglo, y a casi cero para final del siglo. Sería necesaria una dramática transformación del sistema eléctrico mundial, y acabar con siglos de supremacía del carbón, el petróleo y el gas.

Es más, este informe propugna que a final de siglo los combustibles fósiles deberían estar desterrados a no ser que su uso fuera acompañado de técnicas de captura y almacenamiento de las emisiones de CO2 resultantes de su quema.

Y los primeros pasos hacia ese futuro energético bajo en carbono, como ha señalado la Agencia Internacional de la Energía , se han dado en Canadá, donde acaba de inaugurarse la primera central térmica del mundo con captura y almacenamiento de carbono a gran escala. La modernización de la planta de 110MW en Saskatchewan es atrapar alrededor de 1 millón de toneladas de dióxido de carbono por año. El CO2 capturado será inyectado en los campos petrolíferos cercanos para mejorar la recuperación de petróleo.

De acuerdo con el IPCC, la captura y almacenamiento de carbono es parte de una combinación de tecnologías necesarias para permitir que el mundo quede por debajo de ese límite seguro de 2ºC, y no una solución por sí misma ni única. Debe ir acompañado de una expansión de las energías renovables que deberían triplicarse en los próximos 40 años y pasar a dominar el suministro energético en 2050 o el mundo no será capaz de evitar un cambio climático catastrófico, advierten.

Así, en la mayor parte de los escenarios de menores emisiones planteados por los científicos haría falta que el suministro eléctrico bajo en carbono (con renovables, energía nuclear y captura y almacenamiento de CO2) se incrementara entre un 30 y un 80% en 2050, y la generación de electricidad basada en la quema de combustibles fósiles sin captura de carbono debería desaparecer por completo en 2100. ¿Utopía u oportunidad?