Los «compro oro» se quintuplican en cuatro años
Han pasado de 200 en 2009 al millar en 2013. En la mayoría de estos locales las irregularidades son constantes
Los «compro oro» se quintuplican en cuatro años
En apenas cuatro años, los negocios de compraventa y empeño de oro se han quintuplicado en toda la región. Si en 2009 se contabilizaban 200 , a día de hoy 1.034 establecimientos se dedican al mercadeo de metales preciosos, tal y ... como informa la Delegación del Gobierno. Alrededor de 600 operan en la capital ; unos 400 , en el resto de la Comunidad .
En plena Milla de Oro también han proliferado . En la esquina de la calle Goya con Príncipe de Vergara, un hombre-anuncio sostiene un cartel que reza: «Compraventa. Relojes. Oro.Diamantes». La dirección conduce a un local cercano de la calle Hermosilla. Entra una mujer con un anillo de oro blanco de primera ley (18 quilates) con un pequeño diamante. La joven que está al otro lado del mostrador lo pesa en la báscula. La cifra que marca no es visible para el usuario . «Pesa un gramo. Te daríamos 19 euros». «¿Y el diamante?», pregunta la interesada. «Nosotros no tenemos en cuenta las piedras preciosas, solo el peso», contesta. El anuncio andante que había en Goya lo decía bien claro: «Compraventa. Oro y diamantes».
Diamante, de 0 a 100 euros
En esa misma calle, en números más elevados, tampoco pagan la piedra preciosa. «Solo si tiene un quilate, es decir, de seis milímetros —el que lleva la usuaria no alcanza los tres—». La mujer del anillo pregunta en una joyería para obtener una tercera oferta. Solo por la pequeña piedra le ofrecen 100 euros .
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) alerta de que en los «compro oro» se pesa en su mayoría a la baja. De hecho, según un estudio publicado este año por la plataforma realizado en 15 ciudades españolas en el 97% de los casos les pesaron de menos .
Las triquiñuelas de unos y otros locales son delatadas entre los captores de clientes para llevar el oro a sus dependencias. En los Montes de Piedad de la plaza de Celenque se ubica a diario hasta una treintena de cazadores del metal. Esperan a que su presa salga por las puertas del recinto de Bankia con papeletas de empeño. La mayoría son de etnia gitana.
Pagan lo máximo
Todos dicen que pagan lo máximo: «Te compro la papeleta. Te doy 26 euros por ella»; « Te pago 25 euros por el pa pel», se repite entre unos y otros. Al menos cinco de ellos son de un mismo establecimiento de Arenal. Consiguen llevarse a un lado a un interesado: «Nosotros pagamos más que nadie. Ven a nuestro local. Hay otros que no te pesan bien o te pagan menos quilates de los que tienes. Nosotros te enseñamos los líquidos para que veas que no te engañamos. Ven y sube y lo ves y si llevas el oro encima te decimos lo que te damos», insiste.
Otro de estos comerciales, éste de origen latino, advierte al potencial vendedor del metal rey de que los locales regentados por personas de etnia gitana «no son de fiar». «El mío es serio», añade. La competencia por atraer clientela es tal que se producen peleas en la zona centro. «Los dominicanos y ecuatorianos del compro oro se llevan mal entre ellos . A veces se producen peleas en las que tenemos que intermediar», informan desde la Policía Municipal.
5.200 euros, en la vía
El Cuerpo local interceptó hace unos meses a un comprador de oro de nacionalidad dominicana « freelance » en la plaza Mayor. Llevaba numerosas joyas, sobre todo anillos. El valor de tasación de todo lo que portaba ascendía a 5.240 euros. El hombre declaró a los agentes que había comprado la mercancía en la calle por valor de 700 euros . Este tipo de transacción en la vía pública es ilegal. También los agentes cogieron in fraganti a dos menores en una de estas tiendas tratando de vender, supuestamente, unos pendientes de su abuela.
Manuela, una sexagenaria madrileña, accede al «compro oro» remodelado de Montera, una de las calles que más negocios de esta tipología congrega. «Vengo aquí porque me han dicho que es de fiar. Me pagan más que por empeñar en los Montes de Piedad —13 euros en Bankia frente a los 23 de Montera—. Tenía unas joyas viejas y pendientes desparejados. Como mi hijo se ha quedado en el paro, nos viene bien para pagar facturas», manifiesta Manuela. Detalla que le han pagado 200 euros . La realidad de esta mujer y las de centenares de personas son las que llevan a estos locales a multiplicarse, por ahora, hasta el millar.
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