Una travesía de Sanxenxo a Marte
El ingeniero Fernando Abilleira lleva varios años en la NASA y hoy por hoy forma parte de un proyecto para enviar una misión tripulada a Marte en 2030
lidia rey
Con tan sólo cinco años visitó el Centro de Comunicaciones de Espacio Profundo que la NASA —la administración nacional de Estados Unidos responsable del programa espacial civil y de la investigación aeronáutica y astronáutica en ese país— tiene en Robledo de Chavela, en Madrid. Esta ... particular excursión marcaría al pequeño Fernando Abilleira para toda la vida. Desde entonces, este madrileño de raíces gallegas tuvo claro a qué se quería dedicar: el joven Fernando soñaba con lanzar cohetes al espacio.
«Desde niño he tenido una verdadera fascinación por el espacio, y en particular por Marte», asegura Abilleira. Y este ingeniero aerospacial, que verano tras verano cambia su residencia habitual de Moorpark (California) por las paradisíacas playas de Sanxenxo, ha cumplido su sueño infantil. Abilleira lleva más de 10 años trabajando en proyectos espaciales para la NASA y, actualmente, está inmerso en una misión cuyo objetivo es aterrizar de nuevo en el planeta rojo en la década de 2030.
El experto ya tiene antecedentes en esto de explorar Marte. Precisamente el pasado miércoles se cumplían dos años del «exitoso» aterrizaje del Curiosity en el planeta rojo , una misión fundamental para su investigación. «Por primera vez posamos en la superficie del planeta rojo un rover de casi una tonelada métrica de peso con un paquete de instrumentos muy avanzado que nos ha permitido confirmar que es muy posible que Marte, en algún momento, pudiera haber albergado las condiciones necesarias para que se desarrollara vida microbiótica», recuerda el ingeniero.
Explorando suelo marciano
Fernando formó parte del equipo de diseño de misión y navegación del proyecto, fue uno de los encargados, por tanto, de que el rover llegase a su destino: el cráter de Gale. Para ello, el Curiosity debía sortear una montaña de 5,5 kilómetros de altura que se encuentra en mitad del cráter. Todo, a una velocidad de 20.000 kilómetros por hora. Y todo salió a pedir de boca. El rover tan sólo se desvió dos kilómetros de su trayectoria, una distancia prácticamente insignificante teniendo en cuenta el punto de origen.
«Entender lo que ocurrió en Marte podría ayudarnos a evitar un desenlace similar en la Tierra»«Gracias al análisis de la información mandado por las aterrizadores y orbitadores que hemos enviado al planeta rojo, los científicos especulan que Marte fue un planeta muy parecido a la Tierra hace unos 3.000 millones de años. Hoy en día, Marte es un lugar inhóspito por lo que entender lo que ha ocurrido en un pasado podría ayudarnos a evitar un desenlace similar en la Tierra», explica Abilleira.
Pero para llegar hasta aquí, Fernando tuvo que recorrer un largo camino, a caballo entre Galicia, Madrid y Estados Unidos. De padres gallegos, nació y se crió en la capital española, y cada año, vuelve a Sanxenxo, localidad pontevedresa en la que veranea desde pequeño, y en la descansa desde hace unos días. Cuando finalice sus vacaciones volverá a Estados Unidos, país en el que se formó académicamente. Allí estudió Ingeniería Aerospacial gracias a un programa de becas por méritos académicos. Enfocó su tesis a la optimización de trayectorias entre la Tierra y Marte, que fue de gran interés para la NASA, a la que se unió en 2004. «Cuando tuve la oportunidad de incorporarme al equipo del Jet Propulsión Laboratory de la NASA no lo dude un instante», confiesa Abilleira.
InSight, sucesor de Curiosity
Este padre de familia aspira a seguir colaborando en las próximas misiones a Marte. Actualmente, y siguiendo los mismos pasos que en 2012 con la misión del Curiosity, trabaja en el próximo aterrizador marciano, el InSight, que se lanzará en marzo del 2016. Su objetivo es recabar más datos sobre los procesos de formación y evolución de los planetas rocosos. «A más largo plazo, espero poder contribuir a una posible misión encargada de traer muestras de Marte a la Tierra y colaborar en enviar a los primeros humanos al planeta rojo», concluye.
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