Liñares recibió información privilegiada hasta cuando permanecía incomunicado
Un guardia civil amigo lo visitó en los calabozos de Lugo y le contó quién estaba detenido. El exedil socialista le facilitó tres números de teléfono
CRISTINA PICHEL
Que Francisco Fernández Liñares gozaba de información privilegiada en el Ayuntamiento de Lugo, en donde como concejal de Economía y Urbanismo (y posteriormente como presidente de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil) amañó, supuestamente, varios concursos públicos a cambio de sobornos , es de sobra conocido. ... Menos lo es la visita, y consecuente información, que recibió mientras estaba en los calabozos de la Guardia Civil de Lugo dos días después de ser detenido por Vigilancia Aduanera.
22 de septiembre de 2012. Sobre el que fuera mano derecha de Xosé López Orozco en el Concello lucense pesa una orden de incomunicación con el exterior «salvo expresa autorización judicial». Un guardia civil amigo de la familia, aun siendo consciente de ese mandato y sin ningún permiso, decide acercarse hasta su celda. La excusa: llevarle comida aprovechando que ese día estaba «de retén» en el cuartel, según él mismo aclaró. Lejos de guardar las distancias, entra en su aposento. Allí permanece unos diez minutos.
La juez que instruye la operación «Pokemon» es clara y concisa al explicar lo que ocurrió dentro. «El agente no se limitó a preguntar al detenido por su situación y necesidades personales o sanitarias, sino que, quebrantando las órdenes impartidas y, vulnerando con ello el secreto de las actuaciones, facilitó al detenido información del exterior sobre la investigación en curso, transmitiéndole la identidad de las personas detenidas en el marco de la operación (en ese momento el alcalde de Orense y el de Boqueixón) y la información que estaba saliendo en prensa».
Hechos «de extrema gravedad»
Así lo indica Pilar de Lara en un informe fechado a 12 de noviembre de 2012 y recogido en el sumario —al que ha tenido acceso ABC—, en el que apremia a las autoridades competentes a adoptar medidas «disciplinarias» contra dicho agente, después de que tanto éste como el propio Liñares reconocieran estos hechos.Hechos «de extrema gravedad» para la juez, que incluso los llega a calificar de «burla al sistema judicial», dado que pudieron derivar en la «destrucción de pruebas». Pero mientras que el expresidente de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil asumió la conversación desde un primer momento, el agente la llegó a negar. Superado por las pruebas, terminó aceptando su «irregularidad disciplinaria».
Los investigadores de la trama lo cazaron en una llamada telefónica a la mujer de Liñares (que tenía intervenido el teléfono), un número que consiguió gracias al socialista. El exconcejal «facilitó al guardia civil tres números de teléfono correspondientes a tres personas distintas para que contactara con ellas», apunta la juez, a la que le consta la conversación con, al menos, una de ellas: la esposa del detenido.
Durante esa charla, el agente le cuenta los datos de la operación que le había proporcionado a su marido y cómo éste le dijo a quién tenía que llamar. «Me dio el número este, me dio también el móvil y me dio también el teléfono de Marisol», le relata.
Cuando, en declaración ante De Lara, ésta le pregunta quién es Marisol, el agente se limita a decir que no recuerda o que no la conoce, pero que supone que «debe ser un familiar». Previamente había negado que Liñares le pidiese contactar con otra persona diferente a su mujer, declaraciones que se vinieron otra vez abajo con el audio.
El exedil fue jefe de su mujer
En un momento de su alocución, el implicado asegura que se «sintió un poco comprometido» a la hora de visitar a Liñares, pues entre ellos había más que una relación de amistad, aunque el agente no dude en llamarle «chorizo» en medio de su declaración. «También es agradable cuando quiere», añade.
Y es que, durante «al menos tres años», su esposa estuvo trabajando en el Ayuntamiento a las órdenes directas de Liñares, su jefe. «No solo eso —apunta la juez—, sino que la mujer se encuentra imputada en las presentes actuaciones por un presunto delito de cohecho». La visita de su marido a la celda del exedil no fue, por tanto, mera casualidad.
Liñares recibió información privilegiada hasta cuando permanecía incomunicado
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