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Víctor Rodrigo, concursante de Top Chef: «Soy demasiado radical para la Guía Michelin»
El concinero valenciano habla sobre su compañero más polémico: «La personalidad de Carlos es todavía más explosiva de lo que aparece en el programa»
Víctor Rodrigo, concursante de Top Chef: «Soy demasiado radical para la Guía Michelin»
Le llaman el «Bansky» de los fogones por su particular modo de plasmar su afición al graffitti en la gastronomía. Cuando está entre fogones se mueve como un demonio de Tazmania; todo son brincos y carreras. Además, es un devoto de la tecnología aplicada a ... la cocina; una vertiente que comparte con su polémico amigo Carlos Medina. En Top Chef -se verá más adelante-, a ambos se les conoce como “los Chemical Brothers”.
Nos encontramos con Victor Rodrigo en su restaurante de Valencia, Samsha. El local rezuma cultura urbana por los cuatro costados : colores flúor, música techno en la cocina -cuanto más estrés hay, más suben el volumen- y mucho arte pop en la mesa. Los comensales pueden encontrarse desde una caja de kriptonita hasta un cubo de Rubik. Fue un libro de Ferrá Adriá el que le abrió los ojos: “Cuando vi la plasticidad que podía alcanzar un plato me di cuenta de que ése sería mi camino”, cuenta este joven chef de 32 años, entre cuyas aficiones se encuentra también la recolección de setas y la fotografía.
De todas las variables que se barajan en la gastronomía, para Rodrigo la creatividad precede a todas las demás. “Sé que mi comida no le gusta a todo el mundo, es lo que ocurre cuando estás ideando cosas nuevas continuamente -nos explica-. Date cuenta de que si en un plato no hay algo que no he hecho antes, no lo saco”. Al chico le gusta el riesgo, de eso no hay duda.
Empresario a los 23 años
Victor Rodrigo se formó en la Escuela Hostelería Castellón, pero siempre tuvo claro que la cocina clásica europea se le quedaba corta. Después de pasar por restaurantes de la capital de la Plana e Ibiza, decidió caminar por su cuenta y forjar su propio estilo. Con tan solo 23 años abrió Samsha junto a su entonces pareja, que es además la jefa de sala del restaurante. Sus padres hipotecaron sus respectivas viviendas para financiar la empresa. Nueve años después, el negocio sigue abierto al público; todo ello a pesar de haber permanecido fieles a una oferta audaz, en una ciudad de costumbres gastronómicas particularmente clásicas.
Rodrigo no está del todo convencido de haber elegido la plaza adecuada para desarrollar su carrera. Por eso acaricia la idea de irse con los fogones a otra parte: “A Madrid, a Tokio, a Londres, donde salga”. En 2012 se alzó con el premio al Mejor Cocinero del Año 2012, pero todavía necesita otro empujón: brillar con luz propia en Top Chef.
Su participación en el concurso de Antena 3 no estuvo del todo clara hasta el final. Decepcionado después de haberse quedado a las puertas de la primera edición, el cocinero castellonense rechazó la invitación directa que le ofrecieron los directores de casting del programa cuando le llamaron este año. Fueron sus amigos Begoña Rodrigo (primera ganadora de Top Chef) y el también concursante Antonio Arrabal los que le convencieron de aceptar el reto.
“Soy uno de los pocos concursantes que puede considerarse todoterreno”, apunta el cocinero cuando le preguntamos por sus puntos fuertes. “Algunos caen cuando llegan las pruebas de repostería, pero eso no es problema para mí. Además, llevo años trabajando cocina de todo el mundo, conozco millones de ingredientes. Meto en un plato componentes de África, Asia y la India y me quedo tan a gusto”.
¿Y su punto débil? “ No es tan exagerado como en el caso de Carlos [Medina] , pero yo también vivo en mi nube y a veces no me doy cuenta de dónde está mi límite hasta que ya he metido la pata. Eso también se verá a lo largo del programa”.
Al igual que su amigo, Rodrigo se considera un cocinero radical. “Demasiado radical para la Guía Michelin”, de atreve a decir. Y efectivamente, en su restaurante ha implantado normas algo peculiares. “Aquí está totalmente prohibido decorar con hierbas, y tampoco cocino arroces. Estamos en la Comunidad Valencia, y aquí ya hace arroces todo el mundo . Eso sí, trabajo con infinidad de cereales: kamut, quinoa, trigo sarraceno, seitán…” Tampoco es un loco del vino, él cena con cerveza. “Al principio ni siquiera quería tener carta de vinos en el restaurante, aunque al final sí la introducimos. Pero sin sumiller”.
Haciéndonos eco de las dudas de muchos espectadores, finalizamos la entrevista con una batería de preguntas sobre los pormenores del programa.
¿Es la limitación del tiempo tan estricta como parece?
Es más estricta todavía. De hecho nos prohíben llevar con nosotros medidores de tiempo, y había momentos en que pensábamos que el reloj del programa funcionaba más rápido de lo normal, porque nos pillaba a todos el toro. Hay muchas cosas que los espectadores no pueden ver, como lo difícil que es encontrar el producto que quieres en un almacén con cientos de cosas etiquetadas con letra pequeña. O el hecho de que estamos obligados a hablar con el redactor que viene a preguntarte mientras estás cocinando, por muy mal que vayas de tiempo.
¿Se os informa con antelación de qué pruebas va a pedir el jurado?
En absoluto, eso lo llevan a rajatabla, y de hecho nos han llegado a cambiar pruebas porque se han enterado de que las habíamos descubierto.
¿Cuánto tiempo dan realmente a los concursantes para pensar qué plato van a elaborar?
Cerca de diez minutos, que es muy poco. Hay que tener en cuenta que en la cocina creativa dedicamos todos los días horas a idear cosas nuevas. Además existe otra limitación. Hay cosas que no podemos preparar porque desde que montamos el plato hasta que lo prueba el jurado transcurre casi una hora, de modo que no solo tenemos la desventaja de saber que van a probar nuestro plato frío, sino que tenemos que descartar texturas que no aguanten, como helados, aires o cosas montadas. Por eso la cocina que presentamos en Top Chef es solo un ápice de lo que podemos llegar a hacer.
¿Son reales las explosiones de furia de Carlos Medina o están teatralizadas?
No se exagera nada. Carlos es así… y más . Pero va a llegar un punto en el programa en que cansará. Tengo que decir que Carlos es uno de los chefs que más saben de cocina asiática en este país. Aunque tiene sus limitaciones: no le pidas unas lentejas.
Para los espectadores que tengan curiosidad por saber a qué saben los platos que Victor Rodrigo presentará al jurado a lo largo de esta temporada, su restaurante Samsha ha creado un menú con siete de ellos. Lo han llamado “Las 7 pruebas” y cuesta 53 euros. ¿Se animan?
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