Sirena de largas distancias

La villarrealense brinda un palmarés mayúsculo. Fue la primera mujer española en participar en la prueba de aguas abiertas en unos Juegos Olímpicos. Fue en Pekín 2008, cuando por fin la disciplina era reconocida. Ese mismo año logró la medalla de bronce en el Mundial de Sevilla en la prueba de 10 kilómetros. Campeona de la Copa de Europa en 5 kilómetros (2005), así como de varios campeonatos de España. La nadadora compagina su preparación, quizás enfocada a una recta final, con su puesto de entrenadora en el CN Villarreal (grupo benjamín).

Yurema se inició en la natación en esas edades habituales en las que los padres inscriben a los hijos a alguna actividad deportiva. Con cinco o seis años ya captaron su flotabilidad y sus cualidades para la natación. A los siete años ingresó en el club que ya sería para toda la vida y se puso a las órdenes de Ricardo Franch a los 12 años. Preparador y amigo para siempre. Precisamente él le impulsó a competir en aguas abiertas. Sus condiciones eran óptimas para la larga distancia. «Nadaba en pruebas de fondo en piscina, pero se me daba mejor por ejemplo el 800 crol o los 400 estilos», recuerda la villarrealense. Lo que empezó como una diversión, pasó a convertirse en una pasión.

«Es muy diferente a la piscina, donde cada uno tiene su calle, hay unas condiciones de temperatura y normalmente ganará el más rápido. En aguas abiertas es un todos contra todos, a la vez que luchas contra el oleaje, con la posible desorientación por lo difícil que es ver las boyas, hay que tener mucho cuidado con los golpes -unos fortuitos, otros intencionados- las distancias son más largas. No gana el más rápido», cuenta.

Desde entonces, un progreso continuo, un formar parte de las concentraciones de la Selección española y una habitual participación en europeos o mundiales. Y un sueño realizado como la participación olímpica: «Me impactó muchísimo desde la inauguración. Quizás para un futbolista, acostumbrado a jugar en estadios llenos de gente, no era para tanto, pero para los nadadores de aguas abiertas sí, porque lo nuestro sucede en el mar, donde estamos los competidores, los jueces y quizás una par de gradas. Luego, la vivencia de estar como en un pueblo pequeñito en la Villa... Nunca tuve la expectativa de ir, porque cuando yo empecé no era deporte olímpico. Me costó mucho ir, pero se consiguió».

La brillante carrera, poco valorada al ser un deporte minoritario, y como es costumbre especialmente maltratados por la crisis, guarda otros momentos especiales«Mi primer Mundial me motivó mucho. Antes también se celebraba un circuito europeo y puntuaba. Había cinco o seis pruebas y entre las dos mejores puntuaciones había una final. Estuve un par de años que me quedaba muy cerca. En 2005 me quedé por fin la primera del circuito Europeo», recuerda la nadadora.

Reflexiona sobre su deporte y asegura que «es una forma de vida. He dedicado muchos años en pleno a esto. Y la piscina es como mi casa. Me ha aportado muchas cosas, experiencias, amigos... He viajado. Vivencias que me hacen sentir afortunada y que me las ha dado la natación», pero al tiempo considera que «ya no me va a poder dar más de lo que me ha aportado y ya quiero enfocar mi vida hacia otros ámbitos. Personalmente, he recibido mucho y no creo que vaya a hacer más de lo que he hecho».

No hay una fecha de fin de trayecto. Quizás, llegado el momento, algo con una transición. Quiere competir también en Masters y travesías. Y espera devolver a su localidad lo que le ha dado desde un puesto de decisión en el deporte. También ha puesto en marcha junto a Kiko Hervás y Sebastián Mora una asociación para fomentar el deporte. La sirena, siempre lo será dentro o fuera del agua.