HOTEL DEL UNIVERSO
El karma de las cosas
«Las cosas han obrado en su existencia anterior -antes de tropezar con nuestros sentidos- de una manera determinada, y ese obrar ha establecido su suerte futura»
Las cosas vienen a nuestro encuentro, a nuestro mundo, con un karma propio. Lo veo claro clarito. Lo he comprobado a lo largo de mi vida. Lo compruebo cada día que pasa, cuando me relaciono con los objetos. Las cosas han obrado en su existencia ... anterior -antes de tropezar con nuestros sentidos- de una manera determinada, y ese obrar ha establecido su suerte futura. En mi roce con las cosas me parece que soy budista radical, si es que a los budistas les está permitido algún género de radicalismo.
Todo lo que nos rodea, en la forma con que se presenta ante nosotros, ha actuado en su anterior reencarnación de una manera buena o mala, y con ello se ha ganado lo que obtiene en el presente. Los bolígrafos con los que escribimos la lista de la compra escribieron mejor o peor otras listas de la compra en otro tiempo, y ahora son un Bic o un Montblanc debido a su pasado. Los pantalones vaqueros que vestimos fueron buenos o malos pantalones vaqueros en otra época, y hoy en día son unos impecables vaqueros G-Star o unos zarrapastrosos vaqueros de mercadillo, según sus méritos. Los melocotones que nos comemos de postre ya fueron mordidos en una comida previa, quién sabe cuándo, con repulsión o con asentimiento frutal, y por eso en este instante son melocotones transgénicos con sabor a corcho o melocotones de secano con un intenso sabor a impagable melocotón. En lo tocante al karma de las cosas, el budismo resulta así de sencillo y de extraño a la vez.
-¿Quieres ser en adelante una cosa que disfrute de un buen estatus de cosa? Pues pórtate bien y actúa como se espera de una cosa como tú.
Si eres un tenedor de metal, compórtate como un tenedor bondadoso, y pincha bien los trozos de chistorra, y la lechuga juliana, y los pedazos de lomo en adobo, y así, cuando te reencarnes en otro tenedor, al cabo de los infinitos ciclos de la vida, dispondrás de una alta consideración en el orden del menaje. Si eres un jersey de alpaca peruana, abriga a tu propietario como es debido, y protégelo en los días invernales, cuando camine de madrugada por la ciudad desierta hacia el trabajo, y de ese modo, en tu próxima ocasión estarás en un escaparate de una tienda lujosa en París, Roma o Londres. El karma se muestra con las cosas como un legislador ecuánime.
Cuando los objetos cumplen con la ética natural que se le supone a todo objeto, el asunto marcha como la seda, una seda hindú de sari caro. Pero, si se vuelven respondones, a la larga el karma los castiga. Si te portas mal -viene a decir el karma sin necesidad de decirlo-, te tirarán a la basura el día de mañana, te fundirán, te reciclarán y acabarás siendo abono decorativo para plantas artificiales.
De manera que cuando compréis cosas en la tienda de la esquina, o en unos grandes almacenes cuya fachada esté repleta de bombillas de bajo consumo, no seáis quisquillosos con el hecho de si cumplen o no la normativa comunitaria. No sufráis tratando de analizar la diferencia entre fecha de caducidad y de consumo preferente. Lo que hace que una cosa dure o se rompa durante su primer uso, lo que hace que un objeto sirva o resulte inservible, es su karma. Y esto es así, porque ocurre de este modo.
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