Tras el Gaudí inédito
La investigación en marcha sobre un templo-jardín en Sant Boi y la reciente apertura al público de la Torre Bellesguard añaden interés, iconos e intriga a la obra y la ruta del arquitecto
j. t. almenar
Fue en 2001 cuando el geólogo Daniel Barbé Farré, el artista Jordi Martí Aladern y el arquitecto David Agulló Galilea emprendieron la investigación sobre una arquitectura curiosísima, sin autoría reconocida, situada en el antiguo manicomio de Sant Boi, actualmente incluido en el recinto del Parque ... Sanitario. Medio escondido en un rincón del recinto hospitalario se encuentra este templo-jardín dedicado a la virgen de Lourdes y que, según el arquitecto Agulló, remite por sus símbolos, interrelaciones geométricas y orientación al templo cristiano primitivo.
El complejo consta de un pequeño lago que aludiría a la forma del mar mediterráneo, y que expande su área (ahora seca) alrededor de dos fascinantes construcciones pétreas llenas de recovecos y protuberancias: una «cueva-cascada» construida en 1906 con formas montserratinas y coronada por un baldaquino, y una «capilla inundada» (de 1911) con referencias al texto del apocalipsis. Sobre el lago hay un pequeño puente, y más allá una plaza delimitada por bancos de trencadís (de 1912).
El arquitecto Agulló ha hecho una interesante tarea realizando dibujos y levantamientos, incluso una primera intervención de restauración en los bancos, consensuada con la Direción General de Patrimoni Cultural. También, desde el propio centro psiquiátrico, se ha invitado a visitar el lugar a los principales expertos en la obra gaudiniana, algunos de los cuales se mostraron escépticos en un primer momento, aunque progresivamente se ha ido aceptando la coherencia y la validez de la investigación sobre tan inesperado descubrimiento.
Tesis
La línea principal de la investigación analiza el valor, la construcción, el simbolismo y la génesis del jardín-templo, intentando aclarar si nos encontramos ante un Gaudí «inédito», hasta ahora desconocido. La complejidad geométrica de las formas de la «cueva-cascada», por ejemplo, cuya tosquedad y aparente organicidad esconde una sofisticada combinación de superficies regladas y formas complejas, sólo se explica por la participación en el diseño y la ejecución de un arquitecto excepcionalmente dotado y brillante. ¿Se trata de Gaudí? Si se tienen en cuenta las fechas de la construcción, realizada entre los años 1903 y 1912, la pista lleva hasta la vecina Colonia Güell, donde Gaudí construïa la cripta de la iglesia en esos años.
Según los investigadores, el templo-jardín pudo ser un laboratorio donde experimentar con formas y materiales que luego aparecerían en obras de mayor envergadura (la Sagrada Família y la Pedrera, entre otras), y la explicación al anonimato del lugar podría deberse precisamente a ese carácter experimental.
La Torre Bellesguard
Mientras en Sant Boi se sigue la pista de este posible Gaudí inédito, la familia Guilera, propietaria desde hace 70 años de la Torre Bellesguard que el arquitecto construyera entre 1900 y 1909 para el comerciante Figueras, ha decidido abrir el jardín y la torre a las visitas guiadas.
Situada en el barrio de Sarrià-Sant Gervasi, a los pies del Tibidabo, la torre fue también orfanato y clínica antes de retomar su función residencial original. Merece la pena (y la entrada de 16 euros) la visita, que se inicia en el jardín flanqueado por murallas de piedra, y prosigue por los restos realzados del antiguo castillo del rey Martí l’Humà, que tuvo aquí su residencia.
Gaudí quiso adueñarse del tiempo pasado con su actitud regeneracionista, forzando el historicismo y acercándolo al kitsch, y llenó de símbolos y significados una arquitectura de proporciones cúbicas y formas neogóticas, rústicas e imaginativas, recubierta de pizarra y enriquecida con ventanas y frisos multiformes, balcones con voladizos retranqueantes y vitrales estrellados.
De la rotundidad tectónica de las «patas de elefante», como las del viaducto del Park Güell, que sostienen la calle en el exterior del recinto, transitamos hacia el delicado patio interior de escalera, una bella muestra de artes y oficios, y de ahí ascendemos hasta la «sala del fumar», con un techo nervado excepcional, y llegamos al techo definido por las filigranas estructurales de ladrillo, en la inacabada «sala de música». Finalmente coronamos la torre, paseamos por su cubierta entre almenas y, elevando la mirada hacia el estirado pináculo, nos fijamos en la característica cruz de cuatro puntas. Cara a cara con el gran dragón, desde esa altura se nos ofrece una vista en verdad bella, el «bell esguard».
Tras el Gaudí inédito
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