corazón de león
El Grial, al Musac
vicente ángel pérez
El asunto parece serio, muy serio, de alcance mundial, de los de parar las rotativas, de los de revolucionar la historia de dos mil años, pero, por desgracia, se presta, y se está prestando, a todo tipo de chanzas: «El Santo Grial está en León», ... dicen y escriben un par de historiadores con fama, por aquí, de rigurosos, que es lo menos que se le puede pedir a un historiador.
Hay temas con los que no se debería jugar; pero el Santo Grial ha sido, de siglos, un juguete en manos de eclesiásticos, reyes, literatos y peliculeros que vieron en el afamado cáliz, la joya de la corona. La palabra grial procede del latín clásico «cráter», vaso; y en los libros de caballería de la Edad Media se asocia a la copa en la que Jesús consagró su sangre en la Última Cena. Palabras mayores, pero menores cuando sólo en Europa se veneran doscientos «griales»… y todos «auténticos». En Valencia, sin ir más lejos. Pero lo que debía ser una reliquia venerada, al final se ha convertido en un juguete para disfrute de unas autoridades, civiles y eclesiásticas, que han encontrado en él un filón turístico o de fieles, respectivamente.
Ahora dicen estos historiadores que el Santo Grial está en la basílica de San Isidoro de León. No necesita San Isidoro de un truco publicitario para que el personal admire la mayor joya del románico que se pueda disfrutar en el mundo. Estos historiadores, a quienes se supone rigurosos, dicen que llevan tres años escrutando pergaminos en El Cairo, y han concluido que, sin duda alguna, el Grial está en León. Lo sospechoso es que lo anuncian a la par que presentan el libro «Los reyes del Grial», como si ello formara parte de este mercadillo cultureta que invade el solar patrio. Duele pensar que los autores de tan magno descubrimiento se hayan vendido al mercado editorial. Duele.
Ojalá los historiadores hayan acertado en su trabajo, pues, de lo contrario, el desprestigio no lo van a lavar los miles de euros que les proporcionará la venta del libro. Ojalá que, por una vez, la Junta de Castilla y León haya acertado al apostar por León, al financiar y proclamar el gran descubrimiento que asombrará al mundo. Ojalá que el Grial de León no acabe como el aeropuerto fantasma de la Virgen del Camino, la autopista fantasma Astorga-León, o el Musac, la joya del arte del presente y del futuro, como se proclamaba de aquéllas, cuando el Auditorio y el estadio Reino de León.
Antes de que Steven Spielberg realice la segunda parte de «Indiana Jones y la última cruzada» con escenarios leoneses, bueno sería que el afamado cáliz de doña Urraca (ahora convertido en Santo Grial) sea expuesto en el Musac, para que así el museo tenga algún visitante, pues a San Isidoro, con su verdad de siglos, le sobran.
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