política
Diálogo social «in situ»
Patronal y sindicatos escenefican sus diferencias sobre la reforma laboral y la negociación de los convenios colectivos con Villanueva de moderador, pero apoyando a Cecale
Diálogo social «in situ»
No estaba en el guión, pero la comparecencia pública de los miembros del Consejo del Diálogo Social para hacer balance del trabajo realizado y avanzar en sus próximos retos se convirtió en un original debate sobre temas de la máxima actualidad. Hubo réplicas y contraréplicas, ... reproches y sonrisas, murmullos y malas caras, un final esperanzador y hasta un improvisado moderador -el consejero de Economía, Tomás Villanueva-, primero como mero oyente y más tarde asumiendo un papel activo en favor del lado más débil -sólo en número-. Y es que la «pelea» fue, como casi siempre, desigual. Los dos líderes sindicales -siempre unidos- contra el máximo responsable de la patronal -o viceversa-. La sangre no llegó al río y al final hasta se dieron palmaditas en la espalda sin que hubiera un vencedor claro, aunque esta vez fue el presidente de la patronal regional, Santiago Aparicio, el que tuvo la última palabra y el que dejó contra las cuerdas durante unos segundos a Agustín Prieto y Ángel Hernández.
El «show» comenzó como quien no quiere la cosa. Coincidiendo con la valoración de los datos del paro , Prieto -el más airado de los cuatro- colocó su primera «puyita» al recordar que mientras las rentas empresariales «aumentan» las familiares y la de los trabajadores «disminuyen y esa es la cruda realidad». Aparicio fue más directo poco después al asegurar que «algo tiene que ver» la reforma laboral con «las cifras récord» conocidas ayer. Los rostros de Prieto y Hernández cambiaron de inmediato. Quizás no esperaban un comentario como ese en un acto «oficial», pero Aparicio insistió: «Aunque oigo murmullos aquí detrás, creemos que la reforma es positiva y está dando sus frutos».
Como el líder de los empresarios había sido el último en valorar el paro los dos dirigentes sindicales tuvieron que morderse por unos minutos la lengua y esperar a poder coger el «micro» para responderle. Primero fue el líder de Comisiones, quien defendió que «sólo ha valido para que haya menos tutela judicial y un despido y una entrada a trabajar mucha más barata y sin convenio colectivo sectorial en la empresa. Ahí le tengo que dar la razón a Aparicio», ironizó Hernández. Prieto, en cambio, no estaba para sutilezas: «El saldo de la reforma laboral es de un millón de empleos destruidos. A ver cuando nos ponemos a cero», sentenció antes de añadir que «ha sido lesiva para los trabajadores» y que los empresarios «aprovechan todas esas facilidades que se les dan porque quieren ganar más dinero». En su opinión, las leyes «no deberían proteger tanto al más fuerte».
Flexibilidad
Cuando el debate parecía acabado en tablas, Villanueva quiso aportar también la «reflexión» de la Junta. Risueño ante lo que allí estaba sucediendo y provocando alguna risa entre los asistentes por lo curioso del «debate», defendió que ha sido la crisis la que ha frenado la actividad económica y que ésta es la que ha generado el desempleo. Pese al tono conciliador sí sostuvo que otros países «en crisis» han visto como perdían menos empleos que en España «porque su régimen laboral es distinto y han tenido una capacidad de ajuste más rápido que en España, donde había una gran inflexibilidad». Por eso, «con toda objetividad», la reforma laboral «la facilita». Mirando a los sindicatos, dejó claro que «en una situación dramática de desempleo bienvenido sea toda la creación de puestos de trabajo para matizar su deseo de que «generar más empleo de calidad», aunque «ahora hay que resolver el problema de las personas que están sin trabajo y esta reforma introduce elementos que permiten adaptarse a los problemas de forma mucho más rápida».
Villanueva llegó a decir que con este cambio en las relaciones laborales «se podrá crear empleo con pequeños crecimientos y no con subidas del PIB de más de dos puntos como se pensaba hasta ahora. Ojalá sea así». Cuando parecía que éste iba a ser el único tema de «enfrentamiento» entre los miembros del Diálogo Social, la confirmación de que el Gobierno regional tendrá que legislar sobre los convenios colectivos y la ultraactividad volvió a avivar el inusual debate. De nuevo Prieto marcó el terreno al lamentar que los sindicatos están «acostumbrados a no llegar a acuerdos con ningún presidente de Cecale durante años», aunque luego sí reconoció que se había avanzado sustancialmente en los pactos con las patronales provinciales. Hernández, de nuevo más reposado, reconoció que la Junta tiene que «decretar», pero «nosotros luego opinaremos sobre lo que nos presenten». También admitió que «el escenario habitual» es que no haya acuerdos con Cecale y que, desde luego, ése no era el objetivo de la reunión celebrada ayer «y no creo que vaya a haber un pacto de aquí a cuatro días -el 7 de julio es la fecha fijada para la firma de los convenios-.
«Una prórroga»
Con lo que no contaban de nuevo los dos sindicalistas era con el requiebro de Aparicio. Pese a no querer «polemizar», el empresario trasladó que «cada parte tiene un tope a donde puede llegar». En todo caso, consideró que «era relativamente fácil» alcanzar un consenso. Así, el soriano se atrevió a plantear «in situ» retomar los contactos para llegar a un pacto antes del viernes con la única condición de aceptar en los mismos términos el texto sobre ultraactividad acordado a nivel nacional «y que aquí se ha querido llegar más lejos». Muy tranquilo y consciente de que dejaba a los sindicatos en evidencia, ironizó sobre «la mala suerte que han tenido los presidentes de Cecale de poder pactar con UGT y Comisiones, pero no porque no hayamos querido ellos o nosotros sino porque tenemos posiciones dispares. Ahora hay una posibilidad».
Ante el silencio de los dos líderes sindicales, Villanueva volvió a tomar la palabra para poner el colofón: «Fíjense lo positivo y lo vivo que está el diálogo social en Castilla y León que en este encuentro con los medios reabrimos los debates», señaló, antes de invitar a los contendientes «a ocupar cualquier despacho de la sede de la Presidencia de la Junta para que puedan seguir con estos temas». Con esa idea y con la petición medio en serio medio en broma de «una prórroga» por parte también de la consejera de Familia y la viceconsejera de Empleo acababa el inesperado «choque». Mientras, Aparicio, Prieto y Hernández reían con mayor o menor convencimiento.
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