De Cervantes a Proust
antonio piedra
Aúltimos de 2012, como quien agota las esencias de un año bisiesto nada halagador, apareció en el mercado editorial el último libro del poeta Eduardo Fraile. Acomodándose al signo fatal de los tiempos, lleva un título comercial donde los haya -Ícaro & Co, es decir, Ícaro ... y Compañía-, pero en realidad no aborda asuntos financieros. Aunque no vendría nada mal que alguien desde la poesía remediara esta insoportable presión de mercados y gobiernos, lo cierto es que se trata de poesía pura y dura en donde las levedades económicas que sustentan al poeta se diluyen en el título y nada más. Publicado por la editorial madrileña Libros del Aire, en su colección de Jardín Cerrado, y con prólogo de José Manuel Suárez, el libro recala, en cierto modo, en una cuestión económica: en el débito y contaduría que el poeta tiene con su propio tiempo.
Ya en su anterior poemario -publicado en 2011 con el título Y de mí sé decir...-, el poeta vallisoletano nos condujo a un ajuste primoroso del tiempo. Algo inevitable en todo poeta cuando en la plenitud de la vida -media vita in morte sumus- las cosas se miran desde una perspectiva muy diferente. Por tanto, Ícaro & Co viene a ser la continuación lógica y necesaria de Y de mí sé decir... ¿Por qué esta continuidad? Porque la memoria es caprichosa y los cabos sueltos del tiempo resurgen con más fuerza cuando la conciencia ha quedado semivacía. En Y de mí sé decir se volcaron sensibilidades inmediatas. Ahora con Ícaro & Co se completa el ciclo de la memoria con la misma vitalidad que sugería Marcial: es necesario disfrutar de los recuerdos de la vida para vivir dos veces por lo menos. Todo un reto que Eduardo Fraile resuelve vertiendo aquí su intimidad y los recuerdos de niñez y juventud más vitales.
Esto conduce a una cuestión crítica interesante. Eduardo Fraile cita en su libro varias veces a Proust, y en consecuencia parece deducible -esta sería la tesis del prologuista- que Ícaro & Co se ha compuesto al modo proustiano. Salvando lo evidente -que Fraile es un ferviente lector de Proust-, tengo dudas que sea, además, un puntual imitador. El tópico resulta inevitable. Pero hay que insistir en otra certeza: no siempre que un poeta habla del tiempo pasado significa que, automáticamente, esté cayendo en las redes proustianas de la recuperación del tiempo perdido. Robert Curtius le concedía a Proust «el arte de la memoria» casi en exclusiva. Pero en poesía es algo viejísimo. Cervantes, por ejemplo, cultivó el mismo arte con idéntica exclusividad nemorosa. De hecho, en su anterior libro, Eduardo Fraile, para hablar del tiempo perdido o de la memoria recuperada, no parte de Proust sino de Cervantes con un título que proviene del Quijote: Y de mí sé decir... Por tanto, entre Cervantes y Proust, Eduardo Fraile cuaja el hueco personalísimo de este poemario.
Respuesta de Guillén
A esta cuestión concreta -al recurso de la memoria usado en novela y en poesía- respondió Jorge Guillén con gran agudeza. Observó algo esencial: que Proust hace del recurso memorístico un elemento lírico muy verdadero, pero está resuelto con tal lentitud -curiosamente Fraile señala esta misma percepción- que acaba en una realidad estanca e inamovible. ¿Cómo? Guillén vio de inmediato que la alta sensibilidad de Proust en la búsqueda del tiempo perdido le llevaba al cultivo de las flores, pero con el injerto propio de un novelista: «su dolencia le obligaba a incomunicarlas con su olfato. Todo perfume le hacía sufrir», escribía el maestro vallisoletano. Lo cual era, biológicamente, cierto. Cuestión capital ésta, porque en ella radica la diferencia esencial entre escribir novela y hacer poesía.
Al leer detenidamente Ícaro & Co -hay aquí un verso libérrimo que corre por todo el libro como en una prosa rítmica y sincopada-, se percibe el radical salto que existe entre novela y poesía: entre Proust y los encantos del perfume. Aquí las flores -es decir, la memoria que recompone la casuística del tiempo perdido- se comunican por su olfato, conservan la fragancia de los años y, además, el poeta quiere que se recuerden como lo que han sido: como “la perspectiva / del viaje que nos esperaba por aquellos caminos/ polvorientos del futuro,/ con una sed que nada podría ya saciar”. En suma, una memoria lírica y limpísima para un tiempo cuajado de perfumes en movimiento.
De Cervantes a Proust
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete