Suscribete a
ABC Premium

opinión/adrede

Dunia Ayaso: la dama canaria del cine

Desde estas humildes líneas y, sin poder evitar mi emocionada opinión, quiero formular un deseo

chema ayaso

Dunia era una mujer normal que nació en una familia normal. Desde muy joven aprendió a vivir con normalidad incluso los acontecimientos más duros de su vida. Su capacidad de normalizarlo todo se tornó en humildad y por ello, en virtud.

Ya desde su etapa adolescente, rebelde ante el sufrimiento y las injusticias, quiso y supo relacionarse con los demás comprendiéndolos. Los demás, siempre los demás, antes que nada, los demás. Descubrió que su joven corazón era todavía pequeño para albergar todo lo que necesitaba compartir ¡que era tanto!

Entonces descubrió en el teatro la herramienta perfecta para fluir, para transmitir, para crecer. Se interesó por todas sus facetas porque absolutamente todas le servían para contar historias. La fotografía, el vestuario, los guiones o la escenografía iban poco a poco trasformándose en las distintas páginas de un mismo libro, el de su futura vida profesional.

Había empezado a bullir su potencial creador. Ocurrió por esa época que, como si hubiera estado organizado por el propio universo, Dunia conoce a Félix Sabroso. Los dos con las mismas inquietudes, con las mismas ilusiones. Las dos alas necesarias para que aquellos dos jóvenes canarios se atrevieran a iniciar cualquier vuelo.

Dunia tenía treinta años cuando por fin pudo iniciar su carrera como cineasta, directora de televisión y de teatro. Todo como ella solía hacer las cosas, con la normalidad y la humildad de una auténtica dama del cine . Aunque solo los que la conocíamos bien y los que trabajaron con ella sabíamos que Dunia dejaba parte de su alma en cada trabajo, en cada una de sus cinco películas , en cada obra de teatro o en cada programa de televisión.

Su espontaneidad natural y su fuerte personalidad la convirtieron en una amiga muy cercana de grandes personajes del mundo de la cultura que así la reconocieron porque, aunque tal vez muchos de ustedes no lo sepan, se le concedieron más de veinte premios,en Bruselas, Berlín, Marsella, México, Nantes y Valladolid, entre otros.

En el año 2004, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria le concede el Premio Gran Canaria. Y su amada ciudad cuatro años más tarde, en junio de 2008, la reconoce con el nombramiento de Hija Predilecta de Las Palmas de Gran Canaria, ambos premios junto a Félix Sabroso.

Sin embargo, Dunia nunca fue su posición social, nunca fue sus premios o sus relaciones, ni tampoco sus éxitos. Todo eran experiencias vitales que se cruzaban con lo que de verdad le importaba: lo humano. Su familia, sus amigos, la satisfacción de la gente que trabajaba con ella.

Dunia fue anfitriona de múltiples fiestas. Su casa se convirtió en un lugar donde artistas y figuras de la cultura se relacionaban de modo directo, abierto, y además sin ser otra cosa que amigos pasándolo bien. Todo el mundo hacia referencia constante a su bondad, a su generosidad y a su instinto maternal.

En varias ocasiones mantuvo conversaciones de política en la intimidad de la amistad con el entonces presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero o con Felipe González. Cantó en privado con Chavela Vargas en casa de Elena Benarroch. Viajó a Nueva York, Miami, Los Angeles, República Dominicana, Estambul, Marruecos, Portugal, Londres, Paris, Bélgica, Berlin y Roma.

Dunia, siempre juntó a Félix, consiguió estrenar su serie «Mujeres» en Italia, y pudo hacer la promoción en Roma, ciudad que ocupaba el segundo lugar en su corazón. Fue atendida por numerosos periodistas en la ciudad eterna y el embajador de España en Roma organizó una fiesta en su honor.

Dunia amaba Italia, lugar al que siempre soñaba volver. La Dunia cotidiana entendía de vinos, era una gran conversadora, coleccionó piezas maravillosas de diseñadores amigos que crearon piezas en exclusiva para ella porque Dunia, también era musa.

En nueva York cenó en casa del polifacético Julian Schnabel . Sus películas estuvieron en festivales desde Tokyo a Los Angeles, desde Buenos Aires a Londres o Berlín. Tuvo también mucho éxito como directora de teatro. «Lifting» o «La gran depresión» fueron grandes éxitos de taquilla que tuvimos el placer de poder disfrutar en nuestra capital.

Todos sus estrenos en Madrid eran seguidos por un aluvión de compañeros de profesión; la gente la apoyaba mucho, tanto como la quería, y sentían una enorme complicidad con ella, porque Dunia siempre respondía y siempre estaba ahí cuando se la necesitaba.

Hablando con Félix, me recordaba que juntos vivieron una vida intensa, complicada, única y excepcional, que constantemente los sorprendía con éxitos y regalos vitales. Pero que ella siguió siendo la misma, según Félix, para bien y para mal. Porque no creerse importante la hizo grande y noble pero también frágil y, como suele ocurrir con las auténticas damas de la historia del cine , ese mundo mágico y bello de la escena, también la hizo sufrir.

Estos días, el Festival internacional de Cine la recuerda. Desde estas humildes líneas y, sin poder evitar mi emocionada opinión, quiero formular un deseo: ojalá no sea únicamente este año el que se la recuerde. Dunia Ayaso, por méritos propios, ya ocupa un lugar más que destacado en la historia del cine canario.

Dunia Ayaso: la dama canaria del cine

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación