confieso que he pensado
África en el horizonte
Desde hace décadas la palabra África forma parte del vocabulario habitual de políticos y dirigentes empresariales, pero se ha quedado solo en un término manido
A estas alturas resulta más que evidente que el futuro de los canarios no pasa por Canarias , sino por la vieja Europa, la lejana y a la vez cercana América y la desconocida África. Del continente americano nos separa, empero, un ancho océano ... que acaso lo convierta en el más cruel de los destierros; de Europa el desconocimiento de los idiomas patrios, la asignatura pendiente de una juventud capaz de competir en cualquier otra faceta; de África, sencillamente, la carencia de medios de transporte adecuados y, sobre todas las cosas, de una voluntad real de convertir a los países vecinos en una suerte de extensión del archipiélago.
Los Estados del África occidental, un mercado potencial de más de 300 millones de habitantes en el que queda casi todo por hacer, parecen la salida más lógica tanto para el acomodado y escasamente innovador tejido empresarial de las islas como para los trabajadores, cualificados o no. Las posibilidades de que una inversión logre su objetivo serán siempre mayores en Mauritania, Guinea o Cabo Verde que en Francia, Alemania o México, sencillamente porque los países africanos se han embarcado en un proceso de desarrollo que convierte en escasos todos los esfuerzos, tornándose en insaciables consumidores de nuevas infraestructuras, servicios y mano de obra, incluida la que llegue de otras latitudes.
Canarias, sin embargo, no parece haberse dado cuenta. Cierto es que desde hace décadas la palabra África forma parte del vocabulario habitual de políticos y dirigentes empresariales, pero se ha quedado en eso, en un término manido a mitad de camino entre rimbombantes viajes institucionales y excursiones más o menos folclóricas, viajes organizados en los que sus protagonistas han hecho gala de no pocas ínfulas provincianas.
Con la excepción de voluntariosos inversores a menudo ajenos a los correveidiles oficiales, tal es el caso, por ejemplo, de un grupo de jóvenes empresarios isleños que se hallan inmersos en la creación, en Mauritania, de una farmacéutica de ámbito internacional, el vecino continente no se ha convertido en objeto de deseo ni siquiera en mitad de la crisis económica más atroz que se recuerda por estos lares.
Con todo, tal vez exista una excusa, y tan determinante que puede servir de coartada para tamaña inacción: la falta de vías de transporte regular suficientes , aunque tal argumento nos obligue a desembocar en un tópico: ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? Por ello, la reapertura de la línea marítima entre Gran Canaria y El Aaiún, siendo una noticia positiva, evidencia, por el mero hecho de ser noticia, la escasa capacidad de adaptación del archipiélago a una realidad cambiante. Si el futuro de las islas pasa por África, África tiene que estar más cerca.
Noticias relacionadas
Ver comentarios