arando en el mar
Canarias en la encrucijada turística
Es otra vuelta de tuerca en la excesiva regulación que sufre nuestra primera industria y terminará porcansar y confundir a los empresarios e inversores
pablo paz
En momentos de crisis es cuando más necesario resulta el acertar a la hora de planificar nuestro futuro turístico; es cuando las leyes y las iniciativas de planificación deben facilitar la innovación así como la inversión con proyección de mercado y evitar, en lo posible, ... cualquier obstáculo que nos impida o limite la creación de empleo . Y un poco de esto es lo que parece que ha sucedido con la última Ley de Renovación y Modernización Turística de Canarias aprobada el pasado mes de mayo.
Es como si dicha Ley hubiera puesto al sector turístico en su conjunto en una encrucijada ineludible al imposibilitar, por una parte, el crecimiento del propio sector , y por otra, la necesidad de aspirar a la innovación y modernización que exigen los mercados.
Es como si esta Ley hondara aún más en un exceso de regulación que lo que hace, en definitiva, es frenar la mera dinámica de cualquier aspecto que tenga que ver con la innovación, al desaprovechar el rol incentivador que la nueva oferta turística supone, y que debería servir en todo caso para mejorar la competitividad del destino.
Al parecer es una ley compleja, que para más inri, no ha sido consensuada ya que el propio Partido Popular ve en ella un ataque de la actual coalición de gobierno CC-PSOE a sus propios intereses territoriales; de hecho, el presidente del Cabildo de Gran Canaria ha declarado que dicha ley carece de “un modelo turístico regional” y que, en cierto modo, va “contra el pronunciamiento” del plenario de la institución insular que él preside; ya que más bien parece que lo que se pretende es consolidar “la superioridad de unas islas sobre otras”
Pero para ahondar más en la encrucijada, también la patronal turística de Gran Canaria se desmarca , por una parte, de la particular “batalla” del Cabildo contra la nueva ley renovadora, ya que no le perdona, ni al parecer olvida, que hubiera paralizado la inversión de la cadena Riu en Maspalomas con la incoación de un BIC que nadie entiende, o que aún no se sepa nada del proyecto del teleférico en el Roque Nublo; y, por otra parte, aun se duelen de la subida del IGIC que llevó a cabo el actual gobierno canario, frente a un tipo reducido que le habían solicitado para, precisamente, ganar en competitividad.
Ello sin contar con el malestar que les proporciona el hecho de que el gobierno de Mariano Rajoy beneficie a otros destinos turísticos —como pueda ser Baleares—, con un descuento del 20 % en las tasa aéreas durante el invierno , mientras que en Canarias dicha bonificación solo afecta a un día a la semana y en temporada alta.
En definitiva nadie está contento con esta ley que según algunos expertos confunde calidad de los servicios hoteleros con la categoría de los establecimientos. Dando la impresión de que lo que se pretende con ella es dar otra vuelta de tuerca en la excesiva regulación que sufre nuestra primera industria; lo cual, terminará por cansar y confundir a los empresarios e inversores y demás agentes económicos, lo que puede llegar a estrangular aún más nuestra deficiente y maltrecha economía.
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