Suscribete a
ABC Premium

CAMBIO DE GUARDIA

Grexit

Vivir de la caridad ajena es humillante. Y confortable

Gabriel Albiac

«¿Hay un adulto en la sala?», interpela la directora del FMI. Silencio. Y alaridos de dignidad nacional ofendida, en las calles de Atenas. «Somos un pueblo orgulloso», dicen las pancartas. Que, en la fría lengua de los datos, significa: «Un pueblo que no paga». ... Porque la apelación de Lagarde a la austera edad adulta es sólo constancia contable: quien no devuelve lo prestado no recibe un céntimo nuevo.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia