EL JUEGO DE TRONOS ESPAÑOL
El único castillo circular de España es inexpugnable y sirvió de cárcel a un famoso ministro
Bellver, en Palma de Mallorca, fue el sueño y la pesadilla de Jovellanos
Santiago Segura, José Mota y su socio Luis Álvarez compran el castillo medieval de Pedraza

Emana magia la regia fortaleza mallorquina; tanta, como para haber cautivado el alma del que fue su reo más ilustre. Durante seis años de destierro entre sus muros, de 1802 a 1808, Gaspar Melchor de Jovellanos dejó sobre blanco las impresiones que le provocaba aquella cárcel de oro única en su especie: «Al [oeste] de Palma se ve descollar el castillo de Bellver, al cual nuestras desgracias pudieron dar alguna triste celebridad». El por entonces exministro afirmó que «señorea y adorna todo el país circuyacente». Y, como era normal, recalcó la característica que lo convertía en único, o casi: «Su forma es circular».
Porque sí, Bellver, traducido como 'bella vista' por ofrecer una panorámica envidiable a bahía y a sierra, cuenta con una planta circular que solo comparten la fortaleza de Michelstetten, en Austria, y la de Restormel, allá por Inglaterra. Aunque esta castiza fortificación defensiva de tintes góticos que se le eleva 112 metros sobre el nivel del mar mallorquín atesora mucha historia y algún secreto que otro. «Es una joya extraña por sí misma. No se ha hecho nada semejante en nuestro país; no tenemos nada parecido», explica en declaraciones a ABC Miguel Ángel Bru Castro, Doctor en Arqueología Medieval y miembro de la 'Asociación Española de Amigos de los Castillos' (AEAC).
Extraño origen
Bru sabe la historia de Bellver al dedillo; no titubea. Su origen más remoto, sostiene, se remonta a las conquistas de Jaime I. Durante el siglo XIII, 'El conquistador' consolidó el Reino de Aragón y dirigió a sus huestes hasta la Mallorca dominada por los musulmanes. «De esta forma, acabó con las huestes almorávides que atacaban por barco sus costas», sentencia. Pero el tiempo pasa hasta por los reyes y, cuando estaba a punto de abrazar a la Parca, Su Majestad dividió su reino entre su primogénito, Pedro, y su segundo retoño, Jaime. «Al primero le entregó Cataluña, Aragón y Valencia. Al segundo, Mallorca, el Rosellón y la Cerdeña».
Jaime II se planteó entonces la necesidad de edificar una fortaleza en Mallorca con un doble objetivo: defenderse de sus enemigos –tanto musulmanes como cristianos– e iniciar una nueva arquitectura cristiana en la isla. El experto que seleccionó para diseñarlo fue Pere Salvat, y le dio órdenes para que tuviera unas características concretas. «La influencia le vino de Simón de Montfort; y a él, de su enemigo, el inglés Edward Longshanks. Este rey, que aparece en la película 'Braveheart', había hecho una labor constructiva de castillos espectacular tras atacar Gales y Escocia», desvela Bru. Entre la ingente cantidad de fortificaciones que levantó, hubo una de la que bebe Bellver: Flint Castle. «Salvo por su planta cuadrangular, es similar a este», explica.
Cual lista de reyes godos, Bru enumera esas características curiosas de Bellver que suelen obviarse. Para empezar, afirma que «cuenta con una torre del homenaje rarísima». «¿Y qué es...?». No tenemos tiempo ni de terminar la pregunta. «Era dónde se rendían honores feudo-vasalláticos y dónde vivía el señor. En la práctica, era el lugar más aislado y la última defensa de la fortaleza», responde. En el caso de nuestro castillo mallorquín, el miembro de la AEAC confirma que Salvat levantó una torre albarrana: exenta de la fortaleza y unida a ella mediante un puente. «Además, contaba con grandes aspilleras para un tipo de arma que usaban los ingleses en las cruzadas: el 'longbow' o arco largo», completa.

Pero Bellver es mucho más que un castillo: supone la mezcla perfecta entre arquitectura defensiva y armonía estética. Y el mejor ejemplo de ello son las tres torres que configuran su defensa. «Todas ellas, en conjunto, forman una corona perfecta. Están adosadas a la propia estructura circular y son la mejor representación de la monarquía», añade Bru. El remate ideal es un patio que recuerda al de una fortificación renacentista... ¡a pesar de que se levantó entre el 1300 y el 1311! «Para terminar, destaca una plataforma a la que, con el paso del tiempo, se le eliminó el almenado para modernizar el castillo y convertirlo en una fortificación abaluartada», completa.
Ni entrar, ni salir
Bellver, incólume coloso, acabó por ser utilizado como prisión para un personaje de la talla de Jovellanos. Cinco siglos después de ser edificado, el político y escritor fue encerrado en sus tripas por Carlos IV. Y vaya si lo pasó mal. «Al principio sufrió una prisión muy dura. Vivió a oscuras, sin comida... Pero, unos meses después, las condiciones se relajaron», explica Bru. Fue entonces cuando el exministro, encandilado con su prisión, recorrió corredores y almenas para hacer una descripción minuciosa de su arquitectura y de su amplia historia. «También hizo un estudio de los pueblos y las especies que se hallaban en los alrededores», completa el experto. El paso del odio al amor le duró apenas unas jornadas....
A Jovellanos se unieron poco después otros tantos reos. Tras la batalla de Bailén, la gran victoria española frente a los ejércitos de Napoleón en julio de 1808, el general Castaños envió a los más de 18.000 prisioneros que había capturado hasta Mallorca. Mientras la mayor parte de los soldados pasaban su cautiverio en el campo de concentración de Cabrera, los oficiales de alto rango fueron trasladados al castillo de Bellver. El mito dice que vivieron allí a cuerpo de mariscal, un dato con el que Bru no está de acuerdo: «Padecieron ciertos tormentos. En el foso, por ejemplo, se fusiló a algunos de ellos», finaliza.
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