SUPERCOMPUTACIÓN
EL anuncio realizado por el Gobierno de que España instalará, seguramente en Cataluña, el segundo ordenador más potente del mundo incorpora, de un plumazo, a nuestro país a la reducida lista de naciones que cuentan con máquinas capaces de realizar decenas de billones de operaciones de cálculo por segundo. Y lo hace en un puesto de honor, muy por delante de Estados Unidos y muy cerca de «Earth Simulator», el coloso informático construido en 2002 por Japón. España no disponía hasta ahora de computadoras excesivamente potentes. Nuestras mejores máquinas, los ordenadores del Centro de Supercomputación de Galicia y el del Instituto Nacional de Meteorología, ocupan los puestos 227 y 363, respectivamente, en el «top 500» de la supercomputación mundial. Sin embargo, sí que contamos con una importante e internacionalmente reconocida comunidad científica en este campo. Ése ha sido, precisamente, el motivo central de que IBM, el gigante mundial de la informática, haya elegido España para este proyecto, en detrimento de otras candidaturas internacionales. A partir de su instalación, prevista para finales de este año, incontables grupos de científicos españoles, de todas las disciplinas, estarán en condiciones de acelerar sus trabajos y de llegar donde hasta la fecha no habían podido. El Gobierno, llegados a este punto, no debe permitir que cuestiones que nada tienen que ver con la ciencia ni con el desarrollo tecnológico enturbien de algún modo la culminación de un proyecto que es bueno para todos.
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