Pasarela Cibeles

Los jóvenes abrieron ayer la XXXIX edición del certamen madrileño, en una jornada marcada por el regreso de Antonio Alvarado y las manifestaciones contra el terrorismo y por la tolerancia
Entre heroínas de cómic y manifestaciones contra la violencia terrorista y a favor de la tolerancia, transcurrió ayer una primera jornada de Cibeles de lo más atípica. Atípica porque los consagrados cedieron el primer lugar a los jóvenes creadores, aunque lo que pareció una deferencia resultó ser un ajuste que les beneficiaba en el calendario para poder contar en el cásting con modelos procedentes de Nueva York.
La apertura de esta XXXIX edición traía sorpresas, como el gesto contra la violencia con el que cerró su desfile Antonio Alvarado, en su regreso a Cibeles tras siete años en la reserva. El alicantino, que apostó por la ausencia de exhibicionismos gratuitos en su colección «Excuse me», realizó un trabajo sobrio con protagonismo del vestido y las camisas muy trabajadas, con tejidos de sastrería masculina y colores neutros. Al término del desfile, un modelo lució un pasamontañas y una sudadera con la leyenda «Ex terrorista», acompañado por varias maniquíes armadas con metralletas coronadas por una rosa. Un canto a favor del pacifismo. Como en pro de la tolerancia fue el gesto de otro diseñador, Jorge Gómez, que en su propuesta para hombre y mujer presentó una camiseta masculina que representaba la ikurriña y varios trajes estampados con los colores de la bandera española: rojo y gualda.
La mujer del invierno que viene es fuerte, decidida, sofisticada, urbana, calculadora y dominante en la retina de varios de los nuevos creadores, que en su mayoría ha sucumbido al color negro para pintar siluetas futuristas de piernas interminables y grandes volúmenes en la parte superior. El fondo de armario soñado por la novia de Robocop.
El triunfador de la pasada edición, José Miró, abrió la veda de las superheroínas con su segunda colección en Cibeles, «Ártica». Siluetas alargadas con volúmenes muy buscados sobre todo en mangas y cuellos a base de drapeados, protagonizaron una muestra futurista con ausencia total de faldas y presencia absoluta de «leggins».
«Lady Offelia» le brindó a Ion Fiz los 6.000 euros del Premio L´Oreal París a la mejor colección de un diseñador joven (el de mejor modelo, dotado con la misma cantidad, fue para Eva Sanz). Pese a la evocación medieval de su nombre, esta lady es una mujer guerrera, urbana y también con un punto futurista, gracias a los volúmenes creados a base de plisados, tablas, fruncidos, pinzas...
Muy diferente fue el desfile-performance de Roberto Diz, con chicas muy malas, vestidas para dominar en negro de pies a cabeza, con prendas tridimensionales, confeccionadas con nudos y construidas sobre el cuerpo. La alta costura también inspiró al gallego para sus trajes de grandes rosetones de tul.
Nada es lo que parece. Bajo esta premisa, David Delfín nos propuso un partido de dobles en «Cuerpo extraño», la colección con la que abrió el certamen. El malagueño, que ya cumple su cuarta temporada en la pasarela de Madrid, ofrece ahora un dos por uno en su evolución de construir, o deconstruir, prendas a partir de otras. Tras presentar en la última edición el vestido-corbata, Delfín ha buceado más profundo en los dobleces con que observa la realidad y mostró un pantalón con dos cinturillas, zapatos de tacón y planos a un tiempo, el pantalón-camisa, la camisa-vestido y viceversa, la doble camisa, la camisa sin cabeza...
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