Valor ciudadano
Nunca hasta ayer se hizo tan visible cuál es el verdadero alcance de la colaboración ciudadana contra ETA. Nunca hasta ayer la sociedad española pudo percibir con toda su extensión el sentido moral de la oposición activa al terrorismo, entendida como un compromiso individual de cada ciudadano. Ayer ETA recibió uno de los golpes más duros de su historia, tanto en el plano operativo (Rajoy da por desarticulado el «comando Madrid»), como en el estratégico, porque la detención de los frustrados asesinos de Juan Junquera fue debida a un ciudadano que los persiguió y permitió su permanente localización. Para una banda terrorista entra dentro de lo normal ser perseguida por las Fuerzas de Seguridad y ser juzgada por los Tribunales. Pero lo que no le resulta normal, sino un fracaso rotundo de su estrategia de intimidación, es que sea perseguida por un ciudadano en plena calle. Esta imagen no es una metáfora del valor ciudadano, sino la fotografía de un hecho real que cuestiona los tópicos fatalistas sobre la invulnerabilidad de ETA y el riesgo de desistimiento de la sociedad. Si hay ciudadanos anónimos dispuestos a jugarse así la vida, es porque existe una voluntad de mantenerse firmes contra el terrorismo y de apoyar la política de presión contra los criminales y contra quienes les apoyan o se conforman con pescar en el río revuelto de la violencia.
Madrid fue ayer escenario de un acto de coraje cívico, simbólico pero también muy estimulante. A los detenidos, Aitor García y Ana Belén Egüés, se les atribuyen los atentados cometidos en Madrid con coche bomba, desde mayo, y, por tanto, el asesinato del general Justo Oreja. También se ha constatado, como persistente afirmación de una realidad incuestionable, la vinculación de Batasuna a ETA, dada la condición de Egüés de ex concejal de HB en Elduayen (Guipúzcoa). Ya no se trata de meras coincidencias, ni de la obsesión incriminadora del Gobierno o de un juez, sino de vínculos permanentes entre ETA y los grupos a los que dirige y coordina y de los que se está nutriendo en los tres últimos años. Estas conexiones tendrán la relevancia jurídico penal que determine la Justicia, pero en tanto no sea así, el juicio político que merecen es insoslayable y certifica la inserción de Batasuna, Senideak, Segi, Gestoras y medios afines en la estructura creada por ETA. Y a partir de ese juicio político, el Gobierno debe actuar con firmeza contra ETA y sus objetivos independentistas, aunque éstos sean compartidos por fuerzas que digan ser democráticas.
Y, por último, la colaboración internacional. Ayer Francia detenía en la localidad de Narbona al pistolero Iñaki Tellechea. Si a la colaboración ciudadana y la acción policial y judicial añadimos la implicación de otros países en un problema que ya es de todos, ETA irá perdiendo aire y hará más fácil y cercana su derrota final.
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