lente de aumento
Felipe, no te hagas más daño. Te han dejado
A González le recomiendo que aprenda a desprenderse de su peor presente, el de los herederos del PSOE que ya no lo quieren
España despatarrada
Sánchez y el indigno mal menor
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Iniciar sesiónEntiendo a Felipe porque como él también estuve muy enamorado y me mandaron al guano. A Ana la quise mucho, con ese amor tan ciego que no le ves defectos. Ana era divertida, guapa, ocurrente, encantadora. Supongo, no sé, que la tenía idealizada y ... para mí cualquier sonido que saliera de su boca era palabra de diosa. Cuando los buenos amigos me alertaban de que quizá me estaba apollardando me revolvía contra ellos y les decía que eran unos capullos injustos, que no habían encontrado a una novia como la mía y andaban queriendo sabotear el amor inmaculado y verdadero por puritita envidia.
Total, que llegó un día en que las señales eran grandes, luminosas, estridentes, directas, como neones de Las Vegas. Primero empezó con los planes de chicas, luego con los incómodos silencios, algún «¿de verdad tenemos que ir?», un «a mí es que en realidad no me gusta la comida india», y hasta descubrí con horror que prefería los Pet Shop Boys a Van Morrison. Como era igual de gilipollas que ahora, luche por ella contra todo y todos, convencido de que había esperanza, que volvería a ser la que fue y que lo de tararear a Duran Duran era una cosa solo de mi cabeza, un horror pasajero. Pero no. La cosa solo empeoró. Ella emitiendo claras señales, con un catálogo de gestos de aburrimiento, bostezos y un ladear de cabeza que ya no era el gesto elegante que yo creía de amor eterno sino el de alguien a quien estaba aburriendo, como si en esa terraza en vez del próximo plan de finde estuviéramos resolviendo algún problema de física cuántica.
Al final Ana me dijo como el PSOE a Felipe: «Puerta, hemos terminado, lo nuestro se acabó». Al menos a Felipe González no le han soltado eso tan falso, tan hiriente de «no eres tú, soy yo».
Le recomiendo fervientemente, porque sé lo que es que te rompan el corazón, o lo que tengamos ahí los fascistas, que aprenda a desprenderse de su peor presente para tratar de encarar el futuro sin la mochila que arrastra: ser referente para unos herederos que abjuran del mejor pasado y que reniegan de él porque no aspiran a aprender sino a romper. Porque si vuelven la vista a atrás quizá no encuentren razones para seguir mirándose a un espejo. Ni valleinclanesco.
Esa es la fórmula magistral con la que estos socialistas con subidón y formas matoniles justifican su moral laxa, su camaleonismo vital, su pose de ofendidito y esa falacia de agigantar al rival hasta tratarlo como a un enemigo. No miran a lo que fueron sino que se inventan un pasado con el que malear el presente y garantizarse un futuro. Son trileros del relato para no tener que enfrentarse a eso tan molesto que llaman mala conciencia.
Felipe, no merece la pena, ahí ya no te quieren. Yo hasta lo celebraría.
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