El grave error de 'F1', la película de Brad Pitt y Javier Bardem, que solo podrán detectar los expertos
La historia sobre Sonny Hayes, el piloto que interpreta Pitt, no habría sido posible si se hubiera cumplido un requisito clave para llegar a la Fórmula 1... y que la película no respeta
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'F1: La Película' ha irrumpido con fuerza en taquilla en sus primeros días de estreno. Dirigida por Joseph Kosinski, la cinta logra trasladar al espectador al corazón del paddock a través de la historia de Sonny Hayes, un piloto ficticio interpretado por Brad Pitt, que regresa a la Fórmula 1 de la mano de su antiguo compañero Rubén Cervantes (Javier Bardem), tres décadas después de un accidente que lo obligó a dejarlo todo. El guion se inspira en un siniestro real: el que sufrió el irlandés Martin Donnelly en el GP de España de 1990.
Para el público general, el filme funciona. Y funciona bien. Al fin y al cabo, es una superproducción pensada en Hollywood, con la mirada puesta en los espectadores que no siguen el Mundial cada fin de semana. No es casual que Brad Pitt, posiblemente uno de los tres actores más reconocibles del planeta, lidere el reparto. A su lado, un rostro emergente: Damson Idris, que encarna al novato Joshua Pearce, una especie de trasunto de Lewis Hamilton —quien, por cierto, también produce la cinta—. El trío protagonista lo completa Javier Bardem, responsable además de una de las escenas que más han dado que hablar entre fans y analistas.
En ella, Rubén Cervantes convence a Hayes para unirse a su equipo, el AXGP, y disputar los nueve últimos Grandes Premios de la temporada. El problema es que ese giro de guion, clave en la trama, es también una de las grandes licencias que se toma la película. Y no una cualquiera. Porque, más allá del envoltorio espectacular y de una ambientación bastante fiel al día a día del Gran Circo —como ha reconocido el propio Fernando Alonso—, hay detalles que chirrían. Este, en concreto, es uno de ellos.
A partir de aquí, el texto contiene detalles de la trama y 'spoilers'. Es recomendable antes de seguir leyendo ver la película antes.
Spoiler: así convence Rubén Cervantes a Sonny Hayes para volver a la Fórmula 1
La película arranca con Hayes participando en las 24 Horas de Daytona, una de las pruebas más emblemáticas del automovilismo de resistencia. El personaje que interpreta Brad Pitt es poco más que un 'mercenario del volante', sobreviviendo en categorías menores, lejos del foco mediático. Tras ganar la prueba en Florida, se reencuentra con Cervantes en una lavandería. De ahí pasan a un bar, conversan… y, sin mayor trámite, Hayes ficha por AXGP y vuelve a la F1.
El problema es que, según el reglamento actual, ese regreso es imposible.
Para correr en Fórmula 1, un piloto necesita una superlicencia, el permiso oficial que otorga la FIA desde 2016. Sus requisitos son estrictos: edad mínima, licencia internacional de grado A, haber acumulado al menos 40 puntos en categorías reconocidas por la federación y haber recorrido 300 km en un monoplaza moderno, entre otros. Todo esto sirve para filtrar a quienes no han demostrado nivel suficiente o, directamente, pagan por estar ahí.
Y Sonny Hayes, tal y como lo presentan, no cumpliría con los criterios necesarios para obtener esa superlicencia. De hecho, se salta varios.
Requisitos para obtener una superlicencia
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Edad mínima: Tener al menos 18 años.
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Carnet de conducir válido: Poseer un permiso de conducción vigente en su país de origen.
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Licencia internacional de Grado A de la FIA: Se obtiene compitiendo en categorías menores.
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Conocimiento del reglamento: Superar un examen sobre el Reglamento Deportivo y Técnico de la F1.
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Acumulación de al menos 40 puntos de superlicencia en los tres años anteriores, compitiendo en categorías reconocidas por la FIA (como F2, F3, Super Fórmula, IndyCar, etc.). Por ejemplo: ser campeón de F2 da 40 puntos.
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Experiencia con un coche de F1: haber realizado al menos 300 km de pruebas en un monoplaza en los últimos 2 años, bajo condiciones representativas de carrera.
Pero que nadie se lleve a engaño: 'F1: La Película' no es un documental. Es una obra de ficción, que se toma ciertas libertades —como esta— en favor del ritmo narrativo. Y, aun así, no pierde fuerza ni espectacularidad.
Su fidelidad al universo visual de la Fórmula 1, su fotografía impecable y una historia que funciona incluso para los no iniciados la han convertido en un fenómeno global, alcanzando el número uno en taquilla en su primer fin de semana.
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