Zambullirse en el verano II

De las miles de imágenes recibidas en el concurso de ABC y Notodofotofest.com, cada día publicamos una serie. Hoy, serie sin título de Jesús Sierra García
TEXTO: MANUEL MUÑIZ
Al escribir en torno a la serie que presentábamos ayer hablábamos de las zambullidas como culminación del verano. Hoy vamos a continuar con el tema. No es que se pretenda hacer un (modesto) ensayo sobre el arte de zambullirse, sino que establecer esta especie de continuación era el mejor método de evitar la tentación de aprovechar la similitud temática de dos series para intentar ahorrarse el trabajo de un día colando en ambas el mismo texto, confiando en que ya se hubiese borrado de la memoria de los lectores.
Mejor será volver al tema de las zambullidas, antes de que algún redactor jefe se ponga a reflexionar sobre este ataque de honradez acerca de las tentaciones de un periodista.
Si la serie de ayer era un estupendo muestrario de variedades de zambullida, la de hoy -obra de Jesús Sierra- es todo un recorrido por el proceso de lanzarse al agua. Primero la espera de que llegue el turno, lo más duro, el momento de acumular nervios, cuando la decisión puede flaquear. Luego el momento decisivo, ser o no ser: el despegue, cuando te das cuenta de que sabes volar. Y luego el descenso, convertido en un Ícaro feliz que sabe (o que intuye: el momento es demasiado fugaz para llegar a saber) que el agua es otra forma de libertad. No es que lanzarse de cabeza (no sólo al agua) sea la única forma de vivir el verano, pero es comprensible que sea una de las más populares. La decisión final queda a gusto de cada cual.
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